Esto va a ser una homilía de lunes, por aquello de que estoy de vacaciones en mi columna del periódico y así puedo escribir de otras cosas y con menos restricciones de espacio. Iba a ser un simple toot en Mastodon, pero no me cabe. Así que ahí va...
De verdad que intento mantener la atención viendo un vídeo en youtube de divulgador medianamente espídico y exageradamente verboso contándome algo, sea un presunto hallazgo sobre superconductividad en condiciones normales, militares viendo extraterrestres y conspiraciones o tantas otras cosas. Me pasa siempre lo mismo: en unos pocos minutos acelero el reproductor porque ni me da la vida para tanto tiempo y además la densidad de información suele ser escasa (comparada con un texto bien estructurado: soy boomer y me reivindico, queridas).
Pero escuchar a alguien a 1,25x o a 1,5x no mejora, porque van pasando los minutos y descubres por la barra de reproducción que aún queda meda hora o a veces más y todo se compone de lugares comunes, información ya escrita hace mil años, comentarios simples aunque llamativos y mucha mucha gana de lucir palmito mirando a la cámara como si pretendieran hipnotizarnos. A eso le añadimos efectos de pantalla de esos odiosos (soy boomer, ya lo dije, y la televisión de Valerio Lazarov tuvo su gracia a finales de los años 70: no necesito insertos ni zooms ni efectos sobreimpresionados para darme cuenta de que algo sea interesante. No lo es, además).
Total que acabo por largarme. A veces uso herramientas de transcripción de los textos para recorrer en diagonal el discurso y confirmar que tampoco han dicho nada que no estuviera ya escrito. Además tampoco me convencen de que sean ellos más relevantes que los otros miles de personajes que en ese mismo momento están haciendo sus vídeos igualmente poco relevantes. Más aún, ese adanismo de los influencers, esa necesidad de venderte cualquier cosa como si ellos fueran los primeros en la historia humana en darse cuenta de algo o en contarlo me estomaga. Un poco de cultura, queridos, de verdad... (vale, soy boomer, pero si seguís pensando que todos mis argumentos se explican en que ya he pasado de los 60 años, hacéroslo mirar, bonitos, porque igual resulta que sois incapaces de reconocer que el mundo existía antes de que abrierais vuestro canal de youtube).
No digo que no haya cosas chulas y trabajos notables de síntesis y contexto de las novedades científicas y sociales. Tengo en mi menú semanal de visita al Tubo varios canales en los que el contenido, las maneras y el trabajo de los guiones añade elegancia y sube el nivel de calidad. Aunque no me guste el formato, merecen la pena. Qué le vamos a hacer: así son los tiempos y así son las formas que han decidido que se deben hacer estas filigranas. Pero cansa: igual que fue una novedad refrescante en la tele incorporar a la cámara, todos alabamos cómo funcionó en The Office, pero luego llegaron otras quinientas series copiando el formato, hasta la saciedad. Es cierto que esto permite encontrar ejemplos divinos, aunque muchas otras veces resulta odioso y además marca a las claras que lo que se quieren es apuntarse al carro del éxito fácil. No son por lo tanto formatos innovadores, aunque los pioneros lo fueran y revolucionaran el asunto.
Por eso me aburre después de 10 años seguir viendo las mismas artes penosas en los vídeos estos. Y me hace desear que sus autores decidan finalmente un día escribirlo y presentarlo sin el componente audiovisual que, reconozcámoslo, en un gran porcentaje de los vídeos es totalmente prescindible. La tiranía de la imagen es algo contra lo que una persona que ame la divulgación ha de luchar constantemente, en mi humilde opinión. El que gran parte de esos vídeos de tanto éxito se puedan escuchar a más velocidad y sin atender a las imágenes (que es lo que hago muchas veces: ponerlo en la pantalla de atrás y seguir navegando viendo otras cosas) debería hacerles pensar que igual no hacía falta tanta memez y tanto lucir el palmito.
En fin, mi homilía acaba aquí porque tampoco quiero aburrir demasiado. No he mencionado a las personas que esta mañana me han hecho ponerme a escribir, pero tampoco a los ejemplos virtuosos que sigo, así que todo queda en tablas.
Estos meses, con plena electoralidad y alevosía (y ahora con veranidad por seguir el chiste - Julia Otero acuñó lo de "agostidad" pero aún es julio), el Ayuntamiento de Pamplona se ha empeñado en un obrón en medio de la ciudad, en el segundo ensanche, junto a la plaza de la Cruz, que supondrá un par de años de obras para unas pocas plazas pero sin duda un gran negocio para los promotores. Ah, y unos 46 árboles que, según responsables municipales, no son para tanto. Unos días dicen que no son viables porque son altos en una calle estrecha (hay árboles de 60 años de edad, por ejemplo, y eso debe ser demasiado tiempo o algo así en la mente de esos munícipes). Otros días alegan que total nuestra ciudad tiene más de 60.000 así que no es más que un 1% y que luego pondrán árboles de menor porte...
La cosa no ha pasado sin ser noticia (al menos en la prensa que no es la de derechas de siempre, la que apoya siempre al partido que gobierna el municipio) pero sobre todo ha sido la oposición de vecinos y comercios de la zona, que ven ahora cómo esto se viene encima, la que ha caldeado el verano... Vamos, que habrían tirado ya los árboles si no hubiera sido porque la gente se ha movilizado. Me solidarizo con ellos, con esta lucha contra una obra injusta y absurda, por varias razones:
- porque es algo que no es deseado por la gente y eso debería ser un buen argumento; porque la calle elegida es pequeña, la obra será por lo tanto incómoda y peligrosa para otros árboles y para toda la vida y la circulación del barrio;
- porque un ayuntamiento no puede hacer ya estas movidas ocultándolas de la pública opinión y debate, escondiéndolas chapuceramente y vendiéndose al primer amigo con una ocurrencia para forrarse con pólvora de rey;
- porque además ahora no es cosa de ir metiendo más parkings en el centro de las ciudades, sino todo lo contrario: desterrarlos completamente, eliminar el vehículo privado (todo vehículo privado salvo bicicletas y patines y esas cosas ligeras y sencillas) y utilizar sistemas alternativos como el transporte público, carriles bici (para todo tipo de movilidad personal) y un buen sistema de acceso para necesidades específicas de comercio, vecindario y servicios;
- porque nos hace falta crear ciudades frescas y amables en esta situación de amenaza climática, y los árboles son necesarios aliados.
Las vecinas y vecinos comenzaron a protestar, aunque eran las fiestas. El alcalde anterior había firmado la tala de árboles unos días antes de dejar el cargo por las elecciones municipales del 28 de mayo. El nuevo equipo tomaba las riendas y decidía seguir adelante con todo (ninguna sorpresa: son el mismo partido en minoría en el pleno del municipio al que ignora sistemáticamente, a ver con cuántas reprobaciones acaban esta legislatura, que en la anterior debieron ser más de ocho). Por supuesto, el procedimiento ha sido cuando menos raro, lleno de deficiencias y carencias no subsanadas, y sobre todo sin debate ni participación alguna. Como se hacía antes, con la misma actitud autoritaria que hace veinte años permitió talar todos los árboles de la plaza del Castillo en una noche y luego hacer un impresionante expolio arqueológico cada noche hasta que pudieron hacer un parking esencialmente innecesario que ha condenado al centro de Pamplona a no tener una capacidad de gestionar su zona de cero emisiones a las que está obligado.
Les pusieron a los árboles de la calle Sangüesa unos pañuelicos y unos carteles para comenzar a defenderlos y que se viera. Yo lo comenté en Mastodon:
Los medios de comunicación se han ido haciendo eco de la protesta a lo largo del mes de julio, que ha ido incrementándose al recibirse apoyos de diferentes colectivos de la ciudadanía, además de todos los partidos de la oposición que dentro del ayuntamiento también reclaman la paralización de la tala. Hace unos días me pidieron que me sumara a las protestas y como no podía estar con ellas manifestándome porque estoy por Lerín de trabajo, les mandé un escrito. Aquí lo pongo y espero que sirva para que cualquiera se sume al manifiesto y las protestas vecinales.
Salvemos la ciudad
Iba a comenzar diciendo: salvemos a los árboles de la calle Sangüesa, salvemos al espacio público de una plaza tan central del ensanche y de toda la ciudad, salvemos a la gente de la invasión -una vez más- de un modelo que hace que los coches pasen por encima de las personas. Incluso de las que usan coche. Pero ya sabéis todo esto, no puedo decir nada más, salvo expresar mi pesar ante ese atropello en el que los intereses privados y comerciales se imponen con excusas y mentiras pretendiendo salvarnos o algo así.
Ya ha pasado muchas otras veces y siempre con subterfugios y apariencias de legalidad, pero ocultando la información y sin ninguna transparencia a la ciudadanía. Afortunadamente, la gente que se opone al parking de la plaza de la Cruz no ha permitido que se aprovecharan de que era verano, de las fiestas, de la situación social y política tras las elecciones, para hacer el destrozo: gracias a vosotras, a todas las personas que estáis ahora declarando en voz alta que las cosas no pueden hacerse así, no va a quedar su desmán sin ser percibido y denunciado.
Vivimos además en tiempos en los que necesitamos redefinir urgentemente la ciudad: necesitamos ciudades saludables, desterrar los vehículos privados (todos), favorecer el paseo, las bicis y el transporte público. Es una cuestión de sostenibilidad, de poder sobrevivir a un mundo que empeora demasiado deprisa en el marco de la emergencia climática. Las ciudades necesitan ser acogdoras, ser refugios climáticos, ser accesibles, ser lugares de encuentro de las personas, no almacenes inopinados de coches. Hay que reducir la contaminación, y sabemos que las ciudades verdes y cercanas lo tienen mejor: morirá menos gente en ellas que en las que tienen muchas avenidas y muchos parkings. Por supuesto, unas decenas de árboles no nos van a salvar de la catástrofe climática, pero la actitud de entender que estos árboles son importantes es la que necesitamos aplicar no solamente a esta calle y esta plaza, sino a toda Navarra, a todo el mundo.
Apostar por una movilidad privada, contaminante, cara y que ocupa todo el espacio público es un absurdo que las generaciones futuras no entenderán. ¿No se daban cuenta de que estaban acelerando el desastre?, comentarán incrédulos ante nuestra necedad.
Todos los estudios científicos que conozco, los que analizan calidad del aire, calidad de vida, economía y sostenibilidad, coinciden en que hay que crear parques, jardines y espacios donde podamos andar y vivir. Los parkings van en contra de la historia, de verdad.
Somos una especie tozuda,capaz de repetir muchas veces el mismo error. Quizá deberíamos aprovechar para comenzar a cambiar. Los pequeños pasos, como los de este enclave pamplonés por preservar una naturaleza urbana que ha podido sobrevivir tantas dificultades y tanta mala gestión urbanística, son importantes, y nos marcan lo que debemos reclamar para toda la ciudad: más parques, menos coches privados, más racionalidad y sobre todo más preocupación por la salud de todas las personas que habitamos estas calles.
Gracias, y ánimo con vuestra lucha, con nuestra lucha.
Una noticia y vídeo de las últimas movilizaciones ayer en la Plaza de la Cruz:
Añado también el texto del MANIFIESTO EN CONTRA DEL PARKING EN LA CALLE SANGÜESA DE LA PLAZA DE LA CRUZ DE PAMPLONA/IRUÑA
Ante la autorización por parte del actual Ayuntamiento de Pamplona del inicio de las obras y comienzo de los trabajos preparatorios para el proyecto de construcción del Parking en la calle Sangüesa de la plaza de la Cruz de Pamplona/Iruña `manifestamos nuestro TOTAL Y ABSOLUTO RECHAZO A ESTA OBRA que va en contra de las necesidades del vecindario y de los intereses generales de la ciudad.
Este parking surge por una supuesta iniciativa vecinal de 200 personas residentes en la zona, que ha resultado ser FALSA ya que esa demanda se corresponde con una lista de vecinos de hace 15 años, totalmente desactualizada, para la construcción en el año 2008 de un parking en la avenida Galicia. Sin demanda vecinal real la cesión de suelo público resulta injustificable y nos lleva a preguntarnos cual es el auténtico motivo de esta obra.
De una parte, el elevado precio de acceso a cada plaza (sobre 32.000 ¤) así como los gastos de mantenimiento aparejados (sobre 300 ¤/año) lo sitúan como uno de los aparcamientos de concesión municipal más caros del país, lo cual nos invita a pensar a quien se ha tenido en mente a la hora de plantear este proyecto. Desde luego no al vecindario medio.
El parking se va a ubicar en una de las pocas calles del 2º Ensanche que cuenta con árboles de gran porte con más de 60 años de edad, por lo que la eliminación de 46 árboles será un auténtico desastre para el barrio, que pierde esa gran masa vegetal que contribuye a que sea una de las zonas de tránsito más utilizadas en verano para paliar el sofocante calor. Por otro lado, en el caso de que fuera absolutamente necesario este parking, que no lo es, la ubicación elegida es totalmente inadecuada. La estrechez de la calle Sangüesa exige excavar hasta 15 metros de profundidad para construir los 4 niveles previstos a lo largo de las dos manzanas afectadas. Habida cuenta de la antigüedad y cimentación poco profunda de los inmuebles colindantes, no es descartable que se pudieran producir desperfectos en ellos.
El comercio y la hostelería de la zona, van a ver cómo durante los próximos 22 meses no podrán desarrollar su actividad con normalidad y muchos de ellos tendrán que cerrar el negocio porque la zona resultará intransitable. Buena parte del alumnado y del profesorado del Instituto se verán forzados a trasladarse a otro centro durante las obras (dos cursos académicos) con peor dotación de recursos materiales y pedagógicos, lo que repercutirá negativamente en la calidad de la formación de los estudiantes.
Se está actuando de forma inadmisible, promoviendo este proyecto unilateralmente, con oscurantismo y sin proceso participativo alguno, en un asunto cuestionado por gran parte del vecindario, comerciantes y asociaciones y sin valorar la existencia de otras alternativas, como buscar otra ubicación dentro del barrio, otra gestión de las plazas en superficie o promocionar los parkings de rotación infrautilizados de acuerdo con los criterios que marca el PMUS, reasignando plazas libres de otros aparcamientos en vez de iniciar un nuevo proyecto.
Por todas estas razones EXIGIMOS LA INMEDIATA PARALIZACIÓN DEL EXPEDIENTE Y QUE SE ESTABLEZCA UNA MORATORIA hasta que, previo proceso participativo de todos los implicados y un estudio de las necesidades del barrio en cuestiones de movilidad, se encuentre una solución alternativa que ponga fin a este despropósito medioambiental y urbanístico para la ciudad de Pamplona/Iruña.
Apoya a la Plataforma contra el parking en la calle Sangüesa de Pamplona/Iruña.
Después de un relativamente exitoso periplo vacacional por la Bretaña francesa vuelvo a contar algunas experiencias y sensaciones que me surgen usando el coche eléctrico, con el que nos hemos desplazado desde Pamplona. Como siempre que te planteas un destino más allá de los 500 km conviene plantear una etapa intermedia... Pero esto no es algo exclusivo del vehículo eléctrico, que uno ya va teniendo su edad y aquellas pechadas de casi mil kilómetros en un día me dejan fatal. Ya vimos que se puede hacer un Granada-Pamplona (unos 800 km) en poco más que una hora más que lo que nos costaba con un coche de combustible fósil. Ahora, de vacaciones, aprovechábamos para visitar algunos puntos que nos quedaban entre medias. Así que en lo que tiene que ver con planificación y etapas del viaje el coche eléctrico no supone ninguna cortapisa en el fondo.
En principio Francia parece un buen país para irse con el coche a pilas y no morir en el intento. Hay una cantidad razonable de puntos de recarga en muchos sitios; tampoco es para tirar cohetes, conste, pero te da la vida para no estar apurando los Kwh que te quedan... Habría que hacer notar que existen enchufes franceses(1), como los que abundan por ejemplo en Burdeos y otras zonas aquitanas, que nos encontramos cuando subíamos camino al norte, que nos dejaron compuestos y sin recarga porque ese enganche no lo teníamos, claro. Y era una pena porque los puntos céntricos,los que nos quedaban más a mano, resultaban inaccesibles por esta razón, habiendo bastantes como pudimos comprobar con cierto fastidio.
En este resumen vuelvo a hacer notar que aunque la compatibilidad de algunas apps como Chargemap es bastante amplia en Francia, al final acabas teniendo que bajar más de las que quisieras (nota: si vais por Bretaña, "Ouest Charge" resulta una opción interesante porque en muchos pueblos hay cargadores compatibles de esa marca). Ah, y algo que me esperanzó fue encontrar que algunas veces (pocas, pero algunas veces lo conseguí) simplemente pasando una tarjeta de crédito (la mía es VISA) con RFID el punto de recarga te habilita para hacer su trabajo sin pedirte nada más. Ojalá fuera esto así siempre, que es lo lógico y algo similar a lo que se puede hacer en cualquier gasolinera, pero que es una excepción dentro de los sistemas de pago por recarga, digo yo que porque parece que el capitalismo(2) encuentra lo del pago tal cosa de una complejidad superior a la de subir al espacio. (Ya sé que no, lo hacen por jodernos y atarnos a su secta, obligándonos a crear una nueva cuenta, meter el método de pago, pasar por el trámite de una transacción de prueba para autentificarla y todo eso que incluso a velocidades altísimas de digitación te lleva casi 10 minutos). Una recomendación: tener a mano una tarjeta RFID con cuenta asociada y que sea compatible con bastantes bornes de conexión. Yo tengo una que apenas he usado en España, proporcionada por Hyundai y descubrí que cuando me fallaba la tarjeta de crédito podía ser una opción en más de la mitad de las ocasiones (no hice registro completo, a ver si me pongo...)
Comento por acabar con la información de servicio que me ha pasado 2 veces en 10 días encontrarme con personas humanas que atienden a los pobres negados que intentamos recargar el coche. Una maravilla, porque al menos interactuas en persona con alguien real. Aunque una vez esta persona tampoco consiguió que pudiéramos conectar en el borne deseado, lo cierto es que se agradecía muchísimo. En otro caso, la persona estaba al quite para sugerir que no cargáramos más allá del 80% para no colapsar los puntos de recarga. Muy razonable, también. Finalmente, salvo que tengas una excelente capacidad de expresión en francés no te recomiendo la asistencia telefónica (que suelo usar en España porque a veces no hay otra manera). No es que sea muy malo en este idioma, pero quizá di con una persona que no entendía nada de lo que decía. Es más, se empeñaba en preguntarme cosas como el código postal del lugar donde estaba el cargador, así de repente. Joder, sin colgar tienes que abrir el maps, pinchar en un comercio cercano y ver si la dirección completa aparece con el código de marras. Y cosas así: media hora para no conseguir nada. (Vale, seré un paleto, pero ojalá que quien tal haya dicho leyendo esto se encuentre en una situación apurada y se dé cuenta de que no exagero ni un tantito así).
Dicho todo esto, voy al grano aunque ya saben que estas experiencias son un poco de terapia que me hago para seguir entendiendo que merecía la pena adquirir un coche eléctrico, y quedan un tanto profusas y premiosas): si uno mira la distribución de los puntos de recarga que se van habilitando, y Francia puede ser un buen ejemplo porque realmente hay 3,5 veces más que en España(3), se concentran en estaciones de servicio en medio de carreteras grandes y, en las ciudades o núcleos de población importantes, hay una presencia más bien testimonial cerca del centro (habitualmente para cargas lentas donde llevas tu conector) y se están imponiendo en los polígonos, zonas de actividades como dicen en Francia a las zonas comerciales y eso.
Esto te obliga a pasar un ratillo, échale una hora si habías apurado un poco, en medio de la nada o casi nada. A lo más: cerca de un super o hipermercado, unos cuantos negocios de comida rápida y esas cosas (apunten: Lidl en Francia tiene cargadores bastante rápidos en muchos de sus establecimientos). La cosa es que te lo tomas con cierta filosofía al principio, pero es un poco cansino. Por cómo habíamos programado nuestro periplo bretón, nos habría venido mejor siempre poder cargar a mediodía y mientras tanto poder comer tranquilamente en un restaurante decente. Pues no, estabas condenado a franquicias poco saludables las más de las veces. O, como eran lugares de esos odiosos con parkings enormes, tampoco había a mano una zona arbolada en plan pique-nique donde apeteciera sacar la cesta y montarnos la comidita a nuestro aire.
En efecto: nuestro viaje a Bretaña ha incluido un montón de visitar y de vida pasada en polígonos de esos. Al menos descubrimos que en Francia, donde a la gente le gusta eso de las zonas de actividad comercial con muchos comercios dispersos por el área, van poniendo también establecimientos de venta de bebidas (cavas de vino o cervecerías) así que si te pilla a buena hora al menos puedes tomarte algo a gusto. Pero en la periferia, eso sí, no hay manera.
Se echa de menos, claro, que en los parkings disuasorios de las ciudades o las grandes atracciones turísticas, incorporen cargadores. No siempre los hay, y hablamos de Francia, donde desde hace años existen sistemas de transporte a los centros históricos desde estos aparcamientos disuasorios en las afueras, las famosas navettes, que además suelen ser gratuitas y frecuentes. Por ejemplo, en el gigantesco parking de Mont Saint-Michel (para los puristas ya sé que no es Bretaña sino Normandía, pero nos quedaba al lado y por allí nos pasamos), decía que en esa enorme zona preparada para 4000 vehículos no hay una zona habilitada para recargas de vehículo eléctrico. Leí por algún lado que en Francia están obligando a que todos los parkings, por ejemplo de las grandes y medias superficies, incorporen techos solares y puntos de recarga, bueno, por lo menos lo primero, que fue aprobado finalmente en noviembre de 2022 pero todavía no ha sido comenzado a implementar por parte de las empresas responsables. Habrá que ver en el futuro.
En fin, la vida en los suburbios es parte de la rutina del usuario del vehículo eléctrico y me encantaría que no fuera así. Más puestos de recarga en todos los parkings públicos, más en las zonas turísitcas, más puntos de carga rápida junto a sitios que molen y eso. Por pedir, que no quede. Cuanto más experimento el coche eléctrico más veo que, como dije en entradas anteriores, el problema es la falta de un criterio social bien planteado sobre la movilidad eléctica y su uso especialmente en los núcleos urbanos. Ya seguiremos hablando de esto, cuando tenga tiempo.
NOTAS:
El conector que pone el ayuntamiento de Burdeos, así como en otras ciudades es propia de Francia, por lo que leo, la "Prise Type 3C" tiene sus años, y la conservan por aquello de la compatibilidad hacia atrás. Afortunadamente las tipo 2 convencionales europeas y sobre todo la CSS son bastante frecuentes. Pero algunos ayuntamientos que apostaron hace años por incorporar puntos de recarga en el centro de las ciudades mantienen las tomas antiguas. Una puñeta desde mi punto de vista, pero también podría haberlo mirado con tiempo e incluso, llegado el caso (y no es algo que desdeñe si frecuento la región de Nueva Aquitania en adelante), comprar un adaptador. Para los amantes de la prehistoria del vehículo eléctrico, por aquí hay algo de información sobre La prise Type 3c, creada en 2010 para Francia e Italia, pero que después de 2013, cuando la UE dictaminó el estándar solamente siguió en Francia. Como era la que usaba el Renault Zoe aún la conocen como "la prise zoe".
Dije "el capitalismo" y no creo que Adam Smith hubiera dejado nada escrito al respecto, pero ya me entienden. Si ellos pueden decir "los comunistas" como mentando la bicha, al sistema extractivo propietario de la energía, su distribución y venta lo llamo "el capitalismo" por no usar otros insultos políticamente incorrectos.
Unos datos de por ahí de 2022: los vehículos eléctricos que suponen en España el 3,8% en Europa alcanzan el 14%. En Francia son el 13,9% del mercado, y el año pasado el número de matriculaciones creció un 130%. Alemania: 17,8%; Suecia el 33%, Noruega el 79%. De nada.
En mi serie "Experiencias con el vehículo eléctrico" ya he escrito:
Hoy meto una reflexión sobre algo que estoy escuchando en ciertos círculos que ahora se muestran muy entusiastas del vehículo eléctrico y que lo elevan a ser LA SOLUCIÓN al problema climático y el ejemplo de la descarbonización y... en fin, seguro que muchos han oído hablar a gente con esa ilusión desmedida. Ojo, que yo he escuchado semejantes posicionamientos también en gente que no tiene un vehículo eléctrico (ni se le espera, a lo más comprarán un híbrido porque ya se sabe que las grandes marcas están haciendo su agosto con este asunto de coche caro para gente pija que así puede lavar un poco su conciencia...).
(Ojo, también creo que en el mundo del EV o VE hay mucho de eso: yo mismo me confieso en parte partícipe en parte de esa idea. Un día desarrollaré esto más a fondo pero ahora lo dejo entre paréntesis: en la tesitura de hace algo menos de un año de cambiar un coche que ya tenía 12 años, tuve muy claro que no iba a comprar otro de combustión ni uno híbrido, así que me decanté, COMO MAL MENOR, por el eléctrico. Ahí lo dejo.)
En Navarra esto de pensar que el EV es LA solución viene además mediado por el hecho de que el principal motor de la economía industrial de esta comunidad foral es precisamente una empresa alemana de automoción y todo el sector industrial que le sirve para construir sus coches. Se han comprometido a tener lista la producción de dos modelos de coches eléctricos para el 2026-2027 y reclaman de Europa una moratoria para que puedan seguir hasta entonces haciendo vehículos de combustión. Una solicitud que ha avalado el gobierno regional que hasta se fue a Bruselas a pedir una moratoria de la EURO 7 dentro del Pacto Verde Europeo y que es la regulación que establece los límites de misiones de vehículos de combustión. Todos los sectores implicados con la combustión fósil se han manifestado MUY partidarios de atrasarlo todo cuanto sea posible, para mantener cuanto más tiempo puedan el estatus actual.
Lo que pasa es que es el estatus actual el que provoca que la meta del incremento de 1,5 grados ya no sea posible... En fin. Bueno, lo cierto es que hoy no quería meterme en esto así que tampoco expresaré mucha sorpresa por que sean las empresas que no tuvieron problema en crear sistemas electrónicos específicamente para mentir y saltarse las regulaciones de emisiones contaminantes introduciéndolas de tapadillo en coches que en sus papeles era la mar de limpios las que ahora sean las más verdes y pactistas del mundo, adalides de la sostenibilidad y etcétera. Yo las miro con el mismo ceño fruncido que desde que se destapó ese escándalo que quedó demasiado impune.
Pero dentro de todo ese ambiente de Pacto Verde, New Green Deal y demás, la descarbonización del transporte se ejemplifica, cómo no, con la apuesta por el vehículo eléctrico. Es decir, día sí y día también se nos venden como LA solución. LA con mayúscula como gritando, porque pretenden imponerla sin dar una sola razón.
Por supuesto, sabemos que el coche personal o familiar sigue siendo un absurdo, algo que nadie cuestiona porque si no lo hemos cuestionado en todo el siglo pasado por qué habríamos de hacerlo ahora. Como dice un buen amigo, además, el concepto de coche es crear una cosa que pesa 10 veces lo que un humano, ponerle ruedas y un motor y entonces llevar de un lado a otro ese peso 10 veces mayor que un humano simplemente para que no se choque y se accidente.
Por supuesto, aunque miremos hacia otro lado, la desaparición del vehículo privado en las ciudades es una estupenda apuesta por la salud de las gentes que viven en ellas. Por supuesto, limitando a cero los vehículos contaminantes (los de combustión), los más ruidosos y los que suponen un peligro para las personas que van a pie. Y los eléctricos, aunque ciertamente menos horribles, siguen siendo poco adecuados: si no entendemos que la ciudad ha de ser para el transporte público (eléctrico), la bicicleta de pedal humano, la eléctrica (y los patinetes y otros dispositivos personales eléctricos similares) y sobre todo el zapato, ir a pie, es que no hemos entendido nada. ¿Y qué hacemos con los garajes que ya llenan los centros de las ciudades? Yo qué sé, salas de baile si hace falta. De verdad, podemos eliminar muchísimo espacio ocupado solamente para mayor gloria de coches enormes e incómodos.
Dicen las encuestas que la gente joven ya no apuesta tanto por el coche (por lo caro de sacarse el carnet o de comprar uno, por la precariedad laboral y social, por todo) así que podemos aprovechar este proceso histórico y comenzar a acabar del todo con los coches. Todos los coches, en las ciudades al menos.
De esta forma el coche eléctrico no va a solucionar nada: por supuesto las zonas de cero emisiones que deberían ser por ley todo el centro de los núcleos urbanos se quedarían ya libres de coches de combustión. Sería un buen acicate para el sector del coche eléctrico entendido como una alternativa temporal, porque en la siguiente fase el coche debe desaparecer de la ciudad.
Entiendo que mi compra de un vehículo eléctrico no es coherente con estas declaraciones, pero una vez más explico que tuve muy claro que no estaba aportando LA solución, sino decidiendo un mal menor porque el coche me sigue viniendo bien. Pero con la promesa pendiente de ir dependiendo menos de él y dejarlo para desplazamientos de ocio en los que prime, qué le vamos a hacer, nos precede una historia, esa ficticia "libertad" que asociamos porque se nos grabó a fuego desde pequeños, que nos da el coche personal para poder hacer turismo o llenar nuestro ocio.
Sí, querides, el coche eléctrico NO es la solución, sino una prolongación de nuestros prejuicios y mitologías sobre el coche, que resulta más respetuosa con el medio ambiente y abandona la producción de energía quemando combustible fósil. Es un paso, no en el sentido que sería mejor para cambiar rápidamente el mundo y evitar la catástrofe ecosocial.
Y eso, que tampoco soy feliz, qué le vamos a hacer...
El pasado sábado 13 de mayo de 2023 dediqué la sección de ciencia que hago en el magazine "Esto me suena" en Radio Nacional, que dirige y presenta José Antonio García, a los rayos cósmicos. Hacía unas semanas, el sábado 4 de marzo de 2023, habíamos hablado también de rayos, pero de los otros, (se puede escuchar aquí: Esto me suena - 04/03/23). Los rayos cósmicos son fascinantes, y estuve contándoles algo sobre lo que la gente normal no suele saber porque este tipo de historias no se cuentan demasiado. Lo cierto es que uno de los más grandes expertos en el tema de la radiación cósmica, de esas partículas que nos llegan desde mucho más allá de la Tierra, que es donde vivimos el final de su vida cuando chocan con los átomos de nuestra atmósfera, fue Arturo Duperier. Y en el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología hay una exposición dedicada a su historia y su trabajo. Se titula "In/Visibilidad. Arturo Duperier y los rayos cósmicos", y se puede visitar hasta enero en la sede de Alcobendas. Me encanta la exposición, que usa fondos del MUNCYT y responde a un trabajo historiográfico muy sólido, porque además se centra en aspectos emocionales que parece que mucha gente olvida que son también fundamentales (¿cómo no serlo?) en la labor y la vida de las gentes de ciencia. Apuntan en la presentación de la expo: "A través de los fondos conservados en la colección del MUNCYT, los documentos custodiados en archivos históricos y de su legado personal, se presentará una narrativa que atenderá a distintos ámbitos emocionales como la nostalgia, el éxito, la frustración o el olvido."
Bueno, el programa de radio de este fin de semana pasada tenía muchas más cosas: Este sábado conocemos a dos Medallas de Oro al Mérito en las Bellas Artes. Por un lado, charlamos con Asier Loroño, presidente de la Orquesta Sinfónica de Acordeones de Bilbao, cuyo padre, además, fundó esta entidad premiada. Y con Teresa Font, montadora cinematográfica premiada con dos Goyas y esta distinción.
Después, Sergio Martín repasa la actualidad informativa en su sección ‘Si yo tuviera un programa…’. El cuentista Pep Bruno nos narra Sólo las ovejas salvan la casa de la pobreza, recogido por Petre Ispirescu y publicado en Cuentos maravillosos rumanos. El astrofísico Javier Armentia nos habla sobre los rayos cósmicos. Carmen Fernández nos lleva al Museo Arqueológico Nacional para conocer la historia de las falsificaciones que allí se conservan.
Y, por último, nuestro cocinero Sergio Fernández, nos enseña recetas para no complicarnos el fin de semana y quedar como reyes.