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Historias > A Un Año De La Guerra...
2004-03-23
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(artículo publicado en Diario de Noticias el domingo 21 de marzo de 2004)
Ahora se cumple un año del comienzo de la invasión armada de Irak. Aquél hecho ilegal podría parecer ahora algo mucho más lejano, si no fuera porque aún está Irak esperando ver que va a ser de su futuro, y los atentados recientes y masivos nos muestran que las cosas no sólo se hicieron ilegalmente, sino además de forma muy chapucera. Mal, muy mal, y el hecho de que muchos ya lo dijeramos hace un año no nos consuela, en absoluto. Pero, ademas, ese 11-M que aun nos duele en el corazón, nos ha venido a traer toda la historia mucho más cerca. Demasiado cerca.
Escribo estas líneas de forma urgente un viernes por la noche, desde Estambul. Esta tarde en la oración de la mezquita Azul (Sultanahmet estaba mas llena que de costumbre y los pocos infieles que nos atreviamos a estar ahí nos miraban una y mil veces con extrañeza) se ha hablado de la herida abierta, de la forma en que el mundo está condenando a su fe, de como cada vez es más imposible para cualquier creyente vivir sin sentirse acusado. O condenado. Y han rezado por las gentes de Madrid, de Bagdad, de Kosovo, de tantos otros lugares donde la muerte dice defenderles... por más que ellos no quieran esa defensa.
Luego, cuando la oración acabó, y la mezquita dejó su sitio a los pocos turistas que por allí andábamos, uno seguía sintiendo que en esos y otros templos la paz interior, la presencia de una pretendida divinidad, esta cada vez más dando paso a un sentimiento opresivo. Esa fe que mueve montañas, demasiado a menudo a golpe de dinamita, no es ajena a su historia, ni a la historia de las otras creencias que igualmente han usado el horror y la masacre como mecanismo de poder.
Un año más, y cada vez más con la sensación de que nos quedan pocos, mientras desde los mimbares la oración se convierta en política. Y desde los despachos se traduzca en órdenes de guerra. ¿ Será posible tener la paz realmente con nosotros?
Addendum 22 de marzo, ya de vuelta
Obviamente no, las noticias desde Palestina no son precisamente lo que uno espera para tranquilizarse. Estos días que he pasado perdido en una ciudad de más de trece millones de habitantes, en donde no conoces el idioma y por lo tanto la realidad te viene aún más filtrada me han permitido, entre otras cosas, recuperar una cierta perspectiva que los últimos acontecimientos vividos en nuestro país de forma tan cercana y tan intensa impedían.
En un hamam, el tiempo transcurre de forma diferente, y uno puede ir charlando con gentes muy diferentes -si tiene la suerte de encontrar a alguien con quien la barrera idiomática no lo imposibilite más allá de las sonrisas y dos o tres gestos. Yusuf, un hombre mayor, con familia ladina (esto es, sefardita afincados en Estambul desde siglos), me tendió una mano cálida comentando su dolor por lo acontecido en Madrid. Sus ojos mostraban la tristeza de saber que mundos tan cercanos son a la vez tan lejanos. En un castellano maravilloso, arcaico y sonoro, hablamos de unas cosas y otras, y sobre el marmol caliente de un baño turco antiguo la sinrazón de las razones de los señores de la guerra eran muy patentes. Ahmet era musulmán, apenas hablaba un poco de inglés y también se atrevió a comentar su tristeza. Poco a poco surgía una pequeña tertulia, ya en turco -y por lo tanto sólo intuí por las caras que seguían hablando de mí, de los españoles, de Madrid, del año de guerra. Con esas gentes que a diario pasan unas horas enmedio del vapor me sentí uno más. Ahora vuelvo a casa, con demasiadas impresiones como para hacer poco más que este anexo.
2004-03-23 01:00 Enlace
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