artículos, escritos y demás piezas perfectamente obviables perpetradas por Javier Armentia (@javierarmentia por algunas redes)
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2002-02-18
Botellones
Milenio, Diario de Noticias, 18 de febrero de 2002
Como unas veces tocaba ponerse de moda los trompos y otras los yo-yos, a este país le da por épocas darse cuenta de que la juventud existe. Y uno tiembla cada vez que esto sucede, porque si la cosa se quedara en alabanzas a Operación Triunfo o a la enésima reforma de la reforma con reválida incluida, pues estaríamos dentro de los cauces habituales. Es decir, por un lado en la constatación de una visión ñoña y paternalista que el ser humano desarrolla al cumplir los treinta (o por ahí) y por otro en la política de parches sobre rotos que fueron descosidos de los parches anteriores y etcétera.
Pero no, ahora de repente nos hemos dado cuenta (me incluyo entre los adultos ignorantes de que el mundo sigue dando vueltas y de que uno se hace mayor), hemos descubierto con horror, que los jóvenes se montan la fiesta a su aire, con las botellas, la droga, el vandalismo, la degeneración y el rosario habitual de barbaridades que quién iba a pensar del niño de los vecinos, que tan modosito nos saludaba hasta anteayer cuando lo veíamos en el ascensor.
Así que vamos a prohibir el consumo de alcohol en la calle (salvo cuando las fiestas patronales, que no es cosa de que los probos ciudadanos no puedan hacer el guarro unos días al año), vamos a lanzar la maquinaria represiva para que desistan de su actitud, pero dejando que los que se forran vendiendo alcohol sigan a su aire y que las discotecas sigan contratando neonazis psicópatas para controlar a la peña aplicando sus curiosos sistemas de selección. Sigamos pensando que los jóvenes descarriados pueden ser reconvertidos en representantes del país en Eurovisión, pero sobre todo sigamos sin preguntarles a ellos de qué va la historia. Y qué quieren hacer, o poder hacer. Total, dentro de unos meses, nos volveremos a olvidar de que existen durante el resto del año.
2002-02-18
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Botellones
2002-02-18
Milenio, Diario de Noticias, 18 de febrero de 2002
Como unas veces tocaba ponerse de moda los trompos y otras los yo-yos, a este país le da por épocas darse cuenta de que la juventud existe. Y uno tiembla cada vez que esto sucede, porque si la cosa se quedara en alabanzas a Operación Triunfo o a la enésima reforma de la reforma con reválida incluida, pues estaríamos dentro de los cauces habituales. Es decir, por un lado en la constatación de una visión ñoña y paternalista que el ser humano desarrolla al cumplir los treinta (o por ahí) y por otro en la política de parches sobre rotos que fueron descosidos de los parches anteriores y etcétera.
Pero no, ahora de repente nos hemos dado cuenta (me incluyo entre los adultos ignorantes de que el mundo sigue dando vueltas y de que uno se hace mayor), hemos descubierto con horror, que los jóvenes se montan la fiesta a su aire, con las botellas, la droga, el vandalismo, la degeneración y el rosario habitual de barbaridades que quién iba a pensar del niño de los vecinos, que tan modosito nos saludaba hasta anteayer cuando lo veíamos en el ascensor.
Así que vamos a prohibir el consumo de alcohol en la calle (salvo cuando las fiestas patronales, que no es cosa de que los probos ciudadanos no puedan hacer el guarro unos días al año), vamos a lanzar la maquinaria represiva para que desistan de su actitud, pero dejando que los que se forran vendiendo alcohol sigan a su aire y que las discotecas sigan contratando neonazis psicópatas para controlar a la peña aplicando sus curiosos sistemas de selección. Sigamos pensando que los jóvenes descarriados pueden ser reconvertidos en representantes del país en Eurovisión, pero sobre todo sigamos sin preguntarles a ellos de qué va la historia. Y qué quieren hacer, o poder hacer. Total, dentro de unos meses, nos volveremos a olvidar de que existen durante el resto del año.
2002-02-18 09:35 Enlace
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