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la boca
artículos, escritos y demás piezas perfectamente obviables perpetradas por Javier Armentia (@javierarmentia por algunas redes)

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2004-04-18
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Desconexión, Viajes, Adios Al Castillo
2004-04-18

Llego -con retraso- de un viaje europeo. Y como no me apetece deshacer la maleta, cuento mis andanzas mientras reviso emilios pendientes (cienes y cienes de ellos... como siempre).

Salí de por aquí el jueves camino del fin de la Tierra, pero me quedé en unos estudios de grabación de La Coruña (es decir, A Coruña) escuchando músicas maravillosas. Vestirán una "Cita con Venus" de la que ya hablaremos. Luego, después de comer con unos buenos amigos (y lamento que la brevedad del viaje me imposibilitara siquiera avisar a otros no menos buenos...), llegué al centro Herrerías, del Arsenal del Ferrol. Ya no es del Caudillo, pero en el patio donde aparcamos el coche está ahora aquella estatua ecuestre (lo que cuestre) de uno que decían el Caudillo, y que era de Ferrol. Ouróvoros que se comió España en cuarentaipico treintaipico años de dictadura. Semejante sorpresa (la de historias que se montaron en torno a esa estatua cuando presidía la villa astillera...) nada tenía, sin embargo, que ver con la razón de mi presencia por allí: me habían invitado de la Cátedra "Jorge Juan" de la Marina y de la Universidade de A Coruña, a hablar del "Nuevo Marte". En el mismo día, tenía a Venus, luego a Marte, y en esas nupcias entre la diosa del amor y el de la guerra, un patascortas a caballo. Y yo hablando de que algunas langostas congeladas parecen revivir, por aquello de imaginarnos cosas raras en la Tierra cuando pensamos en las rarezas de Marte. El día finalizó tras agradable cena con el director de la Cátedra, entrañable José María, durmiendo -por vez primera en mi vida y así lo hago notar para los posibles biógrafos y exégetas- en una residencia de la Marina. No bogaba ni se movía, pero tampoco me dejó una noche larga la necesidad de salir volando (estrictamente) hacia el siguiente destino.

Con escala en Barcelona, de esas de yuppi impresentable: sentado en una mesita y con el portátil haciendo cosas, y el móvil pegado en la oreja mientras hacía gestiones. Cualquiera que me viera en el aeropuerto del Prat pensaría -acertadamente- lo peor de mí. Una señora, sin embargo, se me acercó y me comentó: "Vaya, con la capa pareces más bajito". El avión hacia Munich salió con una hora de retraso.

Pero la cosa de Lufthansa es que casi recuperó el retraso, no sé si haciendo un atajo por encima de los Alpes: volando sobre valles glaciares imaginaba reconocer las regiones suizas y austriacas. Luego, acabó la montaña y llegó la llana Baviera. El taxista me dejó en el Hotel en Garching "junto a Munich" -es decir, "bei München"- y de ahí a los cuarteles generales del ESO, es decir, del European Southern Observatory (Observatorio Europeo Austral). En una de las pausas de la reunión, en que me salí a fumar un poquito (ya saben, los vicios de siempre) unos paseantes me preguntaron: "¿Esto es ESO?" (lo hicieron en alemán y luego probaron, afortunadamente para mí, en inglés... en ninguno de los dos idiomas, sin embargo, la pregunta tenía la gracia que tiene en castellano, así que aunque me reí por dentro, les contesté:) "Sí, el Observatorio Europeo Austral". Y entonces la mayor de ellos (eran dos parejas de lo que podrían ser jubilados) comentó: "¿y qué hacen aquí?", lo que tenía también su gracia. Porque no sabía si realmente estaba preguntando a qué se dedicaba la gente de ese edificio o más bien por qué siendo un observatorio austral estaba en el centro de Europa. Intenté explicarles y les pasé un folleto con fotos maravillosas de esas del VLT.

Claro que no iba a hacer de relaciones públicas de ESO, sino a una reunión de los nodos nacionales (qué mono suena) del proyecto de observación del Tránsito de Venus del 8 de junio de 2004 (véase en www.venus04.org), para ver cómo se coordinan las cosas, qué se cuenta, cómo... en fin, todo el fin de semana metido en una sala de reuniones con unas mínimas escapadas a pasear por Marienplatz de noche y, eso sí, hoy a convertirme en muniqués paseando la mañana del domingo por el Deustches Museum y luego por la exagerada arquitectura "maximilian" y demás eclecticismos rimbombantes de este lugar tan de reyes de opereta que es Munich. Hacía tan bueno, tanto sol y tanto así que no he podido sino hacer como todos, ir a despelotarme un poco por el Englische Garten, y acabar tomando una de las últimas cervezas de primavera (deliciosa starkbier) que servían al lado de una pagoda china en la que había una banda bávara de sucesores del tío Aquiles tocando todo lo que se les ocurría. Debe ser la cosa de los SocialCristianos que tanta querencia tienen en esas tierras meridionales de Alemania (o norteñas de Italia, uno nunca lo sabe del todo).

Y luego vuelta al avión, paso breve por Barcelona (tan breve que casi me quedo en tierra) y vuelta a Pamplona. Hace frío y llovía, pero en Munich hacía calor y sol. Europa al revés.

Ah, y entre tanto, una decisión: ya no vuelvo por el Castillo.

A ver: mañana a las 9:30 revisión médica de la empresa, mandar el artículo de El Correo del miércoles, grabar los programas de radio 5, las reuniones de trabajo en el pamplonetario, ponerme al día y... la vida sigue.

2004-04-18 01:00 Enlace

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