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2004-04-25
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Publicado en MILENIO, domingo 25 de abril de 2004, Diario de Noticias
Se está desarrollando estos días una "Semana de la Acción" en muchos países, organizada por numerosas "oenegés-de", campañas que inciden en el mundo de la educación para ir secando las enormes lagunas que existen en eso de la solidaridad, los derechos humanos y demás injusticias que campan a sus anchas en el mundo de los adultos. Una de esas actividades, con varios años de experiencia, se dirige, en varias comunidades de nuestro país, a escolares de Tercero de ESO, que han trabajado sobre el derecho a la educación, la integración de los inmigrantes o de los discapacitados, el trabajo infantil... El pasado martes, en diversas cámaras regionales, los alumnos de 14 y 15 años debían convertirse en parlamentarios y votar sobre propuestas concretas. En las Cortes Valencianas, una niña presentó una para asegurar la integración de los emigrantes en las escuelas.
Y salió rechazada: más de una tercera parte del centenar de estudiantes se abstuvo, y votaron más en contra que a favor. Para gran sorpresa y desánimo de quienes convocaban el acto, los niños habían acabado diciendo públicamente que el Emperador estaba desnudo, a pesar de que todos querían convencerse de que no era así. Porque el asunto de la inmigración va a generar estas y otras actitudes, incluso en personas bien sensibilizadas en lo social, conforme su número y presencia vaya incrementándose en nuestro país. Los niños votaron como pensaban que debía hacerse, porque lo han aprendido así en el cole (la mayoría venía de centros privados confesionales en los que apenas hay integración de inmigrantes, con lo que más que información directa de la convivencia tienen los prejuicios habituales de sangre y clase) y sobre todo en casa ("ese puto moro..." y etcétera, que papá dice siempre que sale el tema, y más después del 11-M).
Uno no puede culpabilizar a los niños, ni pensar que estas iniciativas no tienen razón de ser. Todo lo contrario: son muy necesarias, y conviene que rápidamente y de forma masiva se empiecen a crear actitudes diferentes hacia los inmigrantes y los derechos que tienen. Porque en este país en el que cada vez somos más y más diferentes, corremos el serio peligro de caminar hacia el "lepenismo" de Francia. Y eso, sin la tradición larga de democracia y libertades de nuestro país vecino donde, ya vemos la cuestión de los símbolos religiosos, también han acabado necesitando medidas de choque para asegurar el estado de derecho.
Nota: de la noticia a la que se refiere la columna y de diversas e interesantes opiniones sobre el asunto, he tenido conocimiento gracias (¡gracias!) a Roberta y su web Bambolia.
2004-04-25 01:00 Enlace
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