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2004-05-09
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Publicado en Diario de Noticias (MILENIO), el domingo 9 de mayo de 2004
Llegan de Moldavia, de Rumania, de Ucrania o Bulgaria, a menudo son menores de edad, llegan a Kosovo con la esperanza de un trabajo y un dinero que por allí están sembrando Europa y la ONU. Pero quienes montan las redes ilegales de inmigración saben que realmente lo que contratan son putas para trabajar en un floreciente negocio pagado, cómo no, con el sueldo de usted y yo. Más o menos. Porque en los territorios donde la guerra ha dejado su marca, pueden pasar estas cosas. Lo vienen denunciando desde hace cinco años Amnistía Internacional y otras organizaciones. Y lo niegan sistemáticamente los responsables, por más que las evidencias sean palmarias. Occidente (la OTAN, la ONU, dentro de ambas nosotros mismos como ciudadanos de una Europa que debería construirse escudriñando minuciosamente estos espacios de impunidad) mira hacia otro lado, y nadie se hace responsable. Los proxenetas, los clientes, el tinglado entero está montado con nuestra necesaria (por más que involuntaria) colaboración y complicidad.
Si en un país como el nuestro, donde la excusa de la guerra no vale, las mismas o similares redes montan el negocio de la carne humana a tanto la mamada y a tanto más el polvo a pelo con sorprendente impunidad, qué no va a pasar en los territorios balcánicos donde siempre han estado a golpes y con la ley del más fuerte (es decir, el más poderoso y cercano al poder) campando sobre las ruinas de una sociedad que quiso y nunca le dejaron llegar a ser. Hay días en los que saberse europeo no es precisamente un orgullo.
(Constato además que muchos más han hablado estos días de los malos tratos en Irak, quizá porque allí los responsables, esta vez nos libramos, no somos nosotros. Qué mundo, qué asco infinito.)
2004-05-09 01:00 Enlace
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