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2002-07-07

Naturalezas...
2002-07-07

Sigo conectando a Internet durante el viaje a Costa Rica... un ratito más para hacer mención rápida de alguna de las cosas que uno va mirando... Es difícil no enamorarse de la naturaleza en sitios como estos que uno va recorriendo. El otro día mencionaba la selva nublada del Savegre, en el Macizo de la Muerte de la Cordillera de Talamanca. Un bosque nublado, fresco y rico que también pude contemplar en el Parque Nacional del Volcán Poas. Luego hemos pasado a la región costera atlántica. Una selva tropical muy húmeda en la que la explotacion de banano y cacao casi dieron al traste con el bosque primario, pero donde todavía uno puede perderse mirando cada plantita, como esas Heliconias que obstinadas montan una inflorescencia roja increíble en un mundo completamente verde y marrón. O como esos guarumos, (Cecropia sp), con los que me he entretenido jugueteando... Ya saben: uno se pone a hacer toc toc con los nudillos contra el tronco de este árbol, que suena hueco, precisamente toc toc, como dije... y al poco, unas endiabladas y nada amigosas hormiguitas simbióticas, salen por todo el tronco a defenderlo de semejante y maleducado ataque. Como esas cosas, miles, claro.

Uno se da cuenta de sus carencias en biología, aquí que todo es sorprendente. Y mira sorprendido, a veces asustado (me contaron que el 20% de las hojas que se pierden en esta selva son cortadas realmente por hormigas cortadoras de hojas -las que vi debín ser Acromyrmex-). Es una gozada ver a la hormiga obrera llevando la hoja tronco abajo hacia el hormiguero, mientras en el trocito de hoja hay otra hormiga más pequenya (no tengo enyes ni me acuerdo del html de la jodía enye) se encarga de irla limpiando de porquería, para que luego, dentro de casa, puedan hacer una pasta con que alimentar el hongo que realmente les da de comer a todas. En cuanto uno molesta un poco el continuo ir y venir de trocitos de hoja, salen corriendo las guerreras, como el doble de grandes que las otras, y a por el intruso... Hay que irse corriendo, que eso de ir de enteradillo no es nada sano por estos pagos.

Decía que eso, que todo es nuevo, sorprendente. Y uno necesita ser guiado para poder interpretar las cosas, para incluso llegar a ver lo que está sucediendo a tu alrededor.

Por eso es tan de agradecer el trabajo del INBio, y su INBioParque en Heredia, cerca de San José. Una gozada, y además con un toque que me resultó terriblemente familiar al verlo. Cierta ironía, un juego cómplice con el visitante, todo muy divergente, con cierta sorna y permitiendo un enorme espacio para la sorpresa y la emoción. Vamos, que por ahí estaba la mano de Moncho Núnyez y sus corunyeses museos de la ciencia. No era casual, como supe después, que sus responsables habín querido precisamente eso.

Ya lo contaré otro día con más tiempo, y ganas. Pero dan mucho placer estas pequenyas cosas...

(Al fin y al cabo, mejor dejarse llevar por quien ama este mundo que pretender ir y descubrirlo uno mismo)

2002-07-07 21:20 Enlace

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Comentarios

1	De: vendell Fecha: 2002-07-07 23:10
¿Ya ha podido ver a la fer de lance?

2

De: El Pez Fecha: 2002-07-08 03:29

No tuvo a bien saludarnos, la Bothrops atrox. Eso sí, un par de serpientes liana nos fueron adecuadamente senyaladas por el guí, que si no ni nos habríamos enterado de que eran animales y no bejuco. Y una serpiente oropel, prima de la fer de lance (Bothrops schlegelii) nos sorprendió bastante. Le recomiendo este enlace: Serpientes venenosas de Costa Rica. (Por mi parte, he de confesar que disfruté má de los monos aulladores que de los ofidios. Impresionante escuchar sus alaridos a las cuatro de la madrugada...)

3

De: El Pez Fecha: 2002-07-14 20:34

Por cierto, que las cecropias son los árboles donde buscar a los perezosos. Lo cierto es que los bichos realmente no se mueven nada. Curiosamente, como me comentaba mi compañero de viaje, y periodista, Pedro Cáceres (ver sus crónicas de la ruta Quetzal en El Mundo digital, que merece la pena), las cecropias, que no tienen muchas hojas, no son precisamente el mejor refugio del perezoso contra su depredador natural... A pesar de eso, ahí se ponen, sin moverse ni para saludar a un turista con ganas de tirarles una foto.

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