De nada, Laura, faltaría más.
Vamos a ver ... ¿cree usted que la necesidad de antidepresivos entre la población gay/lesbiana/transexual disminuiría si les impedimos que se casen entre ellos como desean? Ya que relaciona usted esos males con el matrimonio entre homosexuales (siempre siguiendo unos mecanismos que cuidadosamente evita mencionar, más que nada porque no existen(, supongo que también se podrá establecer una relación inversa, ¿no? Según usted, si un gay se quiere casar con otro y se siente deprimido por ello, no hay más que negárselo y será feliz. Curioso tratamiento.
¿Es culpa del matrimonio el aumento de la prostitución? Bueno, dado que la mayoría de las prostitutas se van con hombres heterosexuales casados, podría argüirse que si (yo NO lo hago, pero seguro que habrá quien lo haga). Pero ahí poca culpa podemos tener los homosexuales.
¿La cantidad de divorcios aumenta la infelicidad? No cabe duda de que un divorcio es un proceso traumático y que obviamente hay gente que sufre por ello, pero al parecer su remedio es que si alguien no es feliz con su pareja, debe aguantarse para así ser... ¿más feliz? De nuevo, curiosísimo tratamiento.
Por lo que le leo su problema de usted es la palabrita en cuestión. Es decir, le vale que dos hombres o dos mujeres (aprovecho para aclararle por enésima vez que yo no he mencionado números, lo ha hecho usted, ahora usaré el dos porque es el que corresponde al matrimonio tradicional más arraigado y el que se ha legislado de un tiempo a esta parte, pero repito, yo no he descartado nada ... aún) tengan cualquier cosa que sea idéntica en su forma, objetivos, derechos y obligaciones al matrimonio pero que no se llame matrimonio.
Es decir : es como si coge usted dos manzanas (una fruta que casualmente se me ha venido a la mente, podría ser cualquier otra, por ejemplo dos peras) de la misma categoría, forma, tipo, tamaño, color ... y de una dice usted que es verde. Y para la otra, que por lo demás es exactamente igual, se tiene que inventar una palabra nueva, porque aunque sea exactamente igual que el verde, a usted (o a un grupo de presión, digamos religioso) no le parece bien que tenga el mismo nombre que el color de la otra manzana (o pera).
Si yo me caso con otro hombre (algún día espero hacerlo), lo haré formalizando un contrato civil con ese otro hombre que será idéntico al de un matrimonio civil "tradicional". Lo formalizaré en una ceremonia tradicional. Me comprometeré a las mismas obligaciones y obtendré los mismos derechos que en un matrimonio civil "tradicional", esto es, entre un hombre y una mujer.
Si lo hacemos a mi manera (o a la manera en que la sociedad, democráticamente, lo ha establecido recientemente) contraeré matrimonio. Si lo hacemos a la suya, contraeré otra cosa, que incluso ante sus ojos será LA MISMA COSA, pero con otro nombre, sin tocar el nombre sacrosanto. Porque es sólo, por lo que dice, cuestión de nombre.
Al final, en una muestra más del discurso habitual, me saca usted a la amiga lesbiana. Ya tardaba. Todo hetero que se precie y que quiera recortar derechos tiene SIEMPRE un amigo/a homosexual que está de acuerdo con sus pretensiones. Yo tengo también un amigo homosexual, señora mía. Se llama Jose, se le conoce por aquí como Yabba, y soy yo mismo, mi mejor amigo. Además, tengo decenas de amigos o conocidos gays... y tanto ellos como yo estamos a favor. Creo que mis decenas superan a su lesbiana. Por no mencionar a los 10 millones de votos.
Estoy de acuerdo en que ni todos los votos del mundo podrán cambiar la realidad. Los burros no volarán porque la gente vote por ello. Pero el matrimonio como institución no es algo grabado en piedra. NO forma, como usted parece creer, parte del espacio-tiempo o algo así inmutable. Es una institución humana, que los humanos podemos cambiar si queremos, siempre de modo democrático. Tal y como se ha hecho.
Y no tengo inconveniente en charlar o debatir con usted, de hecho es un placer hacerlo, pero no puedo resistirme a señalarle la inutilidad REAL del debate, más allá del intercambio de pareceres. La ley está ahí, y ya le comenté antes cuales son sus posibilidades caso de querer cambiarla. Comprendo que no le guste la política (otra muestra de discurso habitual, casi tan habitual como el amigo gay), pero es el único camino a sus reivindicaciones, al menos desde que nos regimos por la voluntad del pueblo soberano y NO por los dictámenes de los sacerdotes de cualquiera de las muchas religiones que han intentado guiar el comportamiento humano. Tal vez fuesen necesarias en su momento, pero hoy por hoy es el pueblo el que manda. Dura lex, sed lex.
A mi modo de ver (y creo que coincide con el de la mayoría de los ciudadanos que han apoyado al Gobierno que emprende estas acciones) el matrimonio es la unión de dos (por ahora al menos) personas que conviven y acuerdan un régimen para esa convivencia. Otra cosa distinta es el motivo que guíe a esas personas para emprender esa convivencia y para hacerla efectiva ante la sociedad en una ceremonia civil llamada MATRIMONIO. Generalmente el motivo más común suele ser el amor. Veo que usted obvia el amor entre dos homosexuales como causa de la unión. Usted se refiere únicamente al amor erótico. Yo en cambio pìenso que cuando dos personas se unen, más allá de su sexo, es porque entre ellas hay un amor que incluye el erótico pero que abarca más allá. Exactamente igual que entre un hombre y una mujer. Leyendo entre líneas me da la impresión de que lo que le ocurre a usted es que no cree en el amor entre dos hombres o dos mujeres. NO lo considera equiparable al amor entre hombre y mujer. Lo rebaja al campo meramente erótico. Pues como hombre que ha querido (y mucho) a dos hombres (en diferentes momentos, antes de que se me escandalice) le diré que se confunde completamente. Hay amor entre dos hombres, tan digno y tan respetable como entre hombre y mujer. Y cuando sale mal o se acaba, hace sufrir igual. Y cuando sale bien, te da la misma felicidad que yo he visto entre mis heterosexuales (que remedio) padres. De nuevo, ES LO MISMO. Así que .. ¿por qué llamarle de otro modo?
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