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2005-01-04
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Unas conmovedoras imágenes se han visto estos días, mostrando la convivencia bastante pacífica de turistas disfrutando de las playas indonesias junto a quienes han sobrevivido al desastre. Fotos como éstas:
Por supuesto los comentarios habituales son imaginables. Me han recordado a una foto de Javier Bauluz de una playa gaditana de hace unos años:
En ambos casos, el impacto visual es la presencia simultánea de dos realidades: la del que muere o intenta sobrevivir frente a la del turista (entendido como quien está ahí aparte de la tragedia). Pobres y ricos a la vez. Sur y Norte. Tercer mundo y primerísimo...
Sin duda, estremece pensarlo. Pero, fijémonos en el caso de Phuket o de otros enclaves turísticos de la costa del Índico (la arrasada por el maremoto de navidad). Unos días antes del desastre, también allí había pobres-pobres y ricos-ricos conviviendo. Y a nadie le llamaba la atención. Tengo visitados lugares turísticos de mucho mundo que están a unos pocos centenares de metros de los lugares de la pobreza habitual de esos países. La gente que va a la República Dominicana, por ejemplo, tiene sus complejos hoteleros al lado de pueblos donde la pobreza es patente. Nómbrenme un lugar de turismo, el que sea, y descubriremos al lado las bolsas de pobreza.
En unos casos es todo el país, salvo esos reductos para el turismo internacional. Pero también hay turistas que van a países donde la pobreza existe de forma más patente, tanto que precisamente la imagen de esa pobreza es parte del atractivo para el turista: la India, por ejemplo, o gran parte del África negra. Y sin irnos tan lejos, no podemos tampoco olvidar que el Sur existe también en nuestros países del mundo privilegiado. Uno va a Madrid de turisteo, y tiene alrededor los poblados chaboleros que muestran que no todos viven junto al Paseo del Prado. Y etcétera etcétera...
Un poco más: el simple hecho de disponer de una calidad de vida tal que nos permita hacer turismo es ya, de hecho, ofensivo para más de la mitad de congéneres que sobreviven a la desnutrición. Hambre, falta de derechos... todo el mundo está infectado de esto, y nosotros seguimos viviendo conectados a la Red, y escribiendo de unas cosas y otras.
Es cierto que imágenes como las que abrían esta reflexión (agria) nos indignan porque muestran tan a las claras lo que normalmente no queremos reconocer: lo que no se ve, lo que no es noticia, casi como que no existe.
Ahora bien, ¿debemos exigirnos coherencia cuando nos indigna esta situación? Sin duda, pero ¿hasta dónde? Uno puede optar por dejar el bienestar e irse a pagar esa deuda que tenemos con el resto del mundo. Uno puede optar (como Peter Singer propone) por obligarse a un diezmo de su jornal para donarlo de manera que se puedan llevar a cabo proyectos concretos que intentan paliar ese déficit. Uno puede exigir, como ciudadano, medidas y políticas que intenten librarnos de esa lacra. Uno puede, claro, ver la foto y cabrearse y contarlo por aquí o por otros sitios. Uno puede, en fin, permanecer impasible y decir que todo esto no es culpa mía, que es el estado de las cosas y que, para bien, cabe pensar que ahora están menos mal que antes. Y que en el futuro (quizá gracias a estas fotos) estarán un poco menos mal...
Yo me siento incómodo, hoy y siempre. Y ni mi "cuota" de participación en política, como ciudadano, o como votante, ni mi aportación económica a oenegedés, ni mi denuncia por escrito me resultan mínimamente tranquilizadoras.
Lo escribía
el otro día: "el mundo tiene aún que pegar muchos meneos, antes de que podamos sentirnos orgullosos de nuestra especie".
2005-01-04 01:00 Enlace
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Comentarios
1
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De: mario |
Fecha: 2006-03-25 03:27 |
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esta foto estuve buscando hace mucho tiempo decearia que la las enviara las otras gracias
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