Estoy con Anónimo en que el fútbol no "une a los pueblos" y mucho menos a la sociedad. El caldo de cultivo de clubes, afición y prensa deportiva para "calentar" las relaciones entre distintas regiones es de juzgado de guardia, y no digamos ya entre países (sobre todo en Europa y Sudamérica).
Por ende, conviene recordar la politización de la mayoría de grupos organizados de ultras, generalmente refugiados bajo el manto de su club y con el añadido de una ideología bastante alejada del concepto de "unión europea" (o sí, pero en plan IV Reich) y muy dada a desplegar sus recursos violentos contra colectivos como la comunidad homosexual, inmigrante... o sencillamente contra aficionados del equipo contrario. Así, por la cara.
Así mismo, los principales protagonistas de ese mundillo, es decir, jugadores, directivos y periodistas "deportivos", no dan el perfil (por decirlo de una manera diplomática) para ser precisamente "cónsules", enviados cordiales o profesionales deportivos con un mínimo sentido de la responsabilidad diplomática más allá de su estadio de fútbol. Y eso no ocurre tan flagrantemente en otros deportes, donde la gente tiene más cerebro, y más cultura también.
Una patada de un jugador a otro parece, por desgracia, representar a todo un país agrediendo al otro, hasta el punto de ocurrir verdaderas calamidades en la calle, o meses más tarde en el "partido de vuelta". Y la prensa suele correr a convertir en "víctima" a un deportista español condenado por dopaje, en santo a un presidente como Jesús Gil (por el único mérito poco original de morirse), en racista a Clemente, en Patrimonio Nacional el machismo y racismo real de un Camacho, o a poner -desmesuradamente- de moda de la noche a la mañana un deporte a motor por la visible presión de la compañía telefónica anunciante. Todo ello con títulares rebosantes de términos violentos y marciales, muy alejados de los valores que aparecen teóricamente en los discursos de los distintos delegados para el deporte.
No hace falta irse a los 80, sólo hay que ver imágenes de este año en las gradas de los estadios y en los barrios cercanos, u observar la cantidad de destrozos o recordar bestialidades más o menos recientes como las de Praga, Estambul,Barcelona, Benidorm.. etc.
De cara al próximo mundial, en Alemania se están preparando para algo que nada tiene que ver con el encuentro cordial de pueblos y culturas. Una pena, y el gasto que genera en mantenimiento y efectivos, no lo pagan precisamente las sociedades anónimas ni sus natillas danone.
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