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2007-03-05
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40 Años De 100
2007-03-05

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.
No soy nada original, pero hay que celebrarlo. He leído que en Madrid andan haciendo una lectura en vivo de uno de los libros que, irremediablemente, han marcado a tanta gente, incluso a tanta gente que no ama la literatura. Algo posiblemente paradójico, pero el embrujo de GGM está también ahí, en convertir la materia literaria en algo tan vivo que se te introduce dentro.

Así que en cuanto uno lee Cien años de soledad, queda marcado. Hace unos diecimuchos años visité las tierras de ese Caribe achicharrado por el sol, a veces desértico y a veces exhuberante, con gentes que vas encontrándote para descubrir que son exactamente como los personajes (o son directamente ellos mismos) del libro de García Márquez. Yendo en bus de Santa Marta a Ciénaga, llegando a Barranquilla sin poder de dejar de cantar las canciones que nombran esos lugares, ni de leer las páginas del enésimo ejemplar de la novela que había vuelto a comprar para releerla mientras por las pistas veía un manglar secándose por culpa de una carretera estúpida, las casas entre los árboles que apenas daban sombra bajo un sol implacable, con la ropa de colores lujuriosos tendida en cuerdas que llenban el espacio en una red densa, que dejaba sin embargo espacio para los chanchos negros que corrían de un lado a otro, hozando en busca de algo que morder. Y niños vestidos de blanco luminoso que iban con enormes carterones al colegio, saludando a una maestra gorda, negra, encantadora...

No era el único: aunque viajaba esa vez solo, veía en las caras de la gente con la que compartía ese autobús de línea que ellos mismos también se hacían parte de una novela que estaba viva ahí.

Unos años más tarde, fue en el 98, descubrí Macondo en otro lugar a cientos de kilómetros de esa tierra colombiana, paradójicamente puede parecer, aunque realmente no porque el mundo de los Buendía recorre todo el Caribe de tradición española y de vocación americana, o extraterrestre. Fue en Macuro, en Venezuela, en la península de Paria, cuando íbamos paseando por un pueblo que había nacido y desaparecido varias veces en la selva, que llegó a ser la principal aduana del país, con bancos y prostíbulos y grandes prebostes, que volvió a renacer convertido en cementera, que una vez más renació para ser sitio de tráfico de drogas y de pasiones prohibidas.

En fin, que hace 40 años que se publicó la novela de GGM (que cumple hoy 80 años) y 25 años de que el autor consiguiera el Nobel de Literatura, y que ahora me vuelve a entrar la necesidad de agarrar algún ejemplar que tengo por ahí de la misma (he perdido decenas de ellos, y vuelvo a tenerla siempre al cabo del tiempo, porque una novela así no puede sino írsete y venírsete de improviso) y leerla. Les dejo, por lo tanto.

2007-03-05 10:17 Enlace

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Comentarios

1
De: conor mcgregor Fecha: 2019-05-26 13:30

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