Un interesante artículo de Miguel Izu en Diario de Noticias:
Como si no existiera el Amejoramiento
RESULTA paradójico que la misma semana en que el Gobierno de Navarra monta un acto institucional de celebración del veinticinco aniversario del Amejoramiento del Fuero convoque una manifestación en defensa del estatus político de Navarra, reflejado en el Amejoramiento del Fuero y en el marco de la Constitución Española, que rechaza cualquier componenda o acuerdo que pase por pagar un precio político que satisfaga las demandas históricas de la banda terrorista y su entorno . Parece que lo que más preocupa a los convocantes es el silencio de Rodríguez Zapatero ante las propuestas de Batasuna sobre Navarra.
Es ya una paradoja que se exija con tanta vehemencia un pronunciamiento del presidente del Gobierno de España sobre algo que la propia declaración del Gobierno de Navarra dice que sólo a los navarros nos toca decidir democráticamente. A uno le parece más bien que, no siendo el señor Rodríguez Zapatero navarro, que guarde silencio sobre el futuro de Navarra es la postura más prudente. Si tomara partido al respecto es cuando habría que pedirle que se callara.
Otra paradoja es que se mantenga que la defensa del Fuero pase por sacar a los navarros a la calle como si estuviéramos de nuevo en tiempos de la Gamazada. Que no estamos en aquellos tiempos lo prueba, precisamente, que estemos celebrando los veinticinco años del Amejoramiento del Fuero. Si en 1893 hubiese existido tal norma no hubiera sido necesaria ninguna Gamazada porque tampoco hubiera sido posible que el ministro Gamazo planteara las propuestas que desataron el conflicto.
Desde 1841 y hasta 1978 Navarra sólo tuvo, como instrumento legal para defender su autonomía, la Ley de modificación de fueros más conocida como Ley Paccionada . Por mucho que se haya mitificado y sacralizado, era una garantía bien endeble. Una ley ordinaria, sin un expreso basamento constitucional (ninguna de las constituciones españolas, hasta la de 1978, se preocuparon de mencionar ni los fueros ni el régimen singular de Navarra), en riesgo de que en cualquier momento fuera modificada por las Cortes. Esa intención tuvieron varios gobiernos de la Restauración, tanto con Cánovas como con Sagasta, modificar la Ley de 1841 a través de las leyes de presupuestos o, lo que es peor pero sucedió, a través de un simple real decreto. A falta de lo que hoy denominamos una garantía institucional la resistencia debía canalizarse a través de constantes gestiones de la Diputación Foral ante el Gobierno y, en algunos casos como en la Gamazada, apoyadas por la movilización de las instituciones o la ciudadanía de Navarra.
A partir de 1925, con el pacto sobre la aplicación del Estatuto Municipal a Navarra, el Estado aceptó el principio de la inmodificabilidad unilateral del régimen foral y lo plasmó en diversas normas. Pero siguió estando ausente una auténtica garantía para que se respetase el principio, y de hecho hubo más de una decisión unilateral del Estado que incidía sobre los contenidos del régimen foral contra las que las protestas de la Diputación fueron ineficaces (por poner un ejemplo conocido, la privación por Decreto Ley de las competencias sobre tráfico en 1961).
Esto es lo que cambió, precisamente, con la Constitución de 1978 y el Amejoramiento del Fuero de 1982. Por primera vez, un reconocimiento constitucional del régimen foral (Disposición Adicional Primera), complementado con una descripción detallada del alcance de sus competencias (contenida en el Amejoramiento). Un ataque a las competencias de Navarra es inconstitucional y puede ser combatido acudiendo al Tribunal Constitucional. Por otro lado, el principio de inmodificabilidad unilateral del Amejoramiento y la exigencia de procedimiento pactado de reforma (art. 71 del propio Amejoramiento), así como el contenido de la Disposición Transitoria Cuarta de la Constitución, aseguran que toda decisión sobre el futuro institucional de Navarra está en manos de los ciudadanos y ciudadanas de Navarra a través de su Parlamento y, en su caso, de un referéndum. Rodríguez Zapatero, como cualquier otro presidente del Gobierno, ya no está en la situación de Cánovas, Sagasta, Primo de Rivera o Franco. Navarra no es negociable, no porque lo diga una declaración del Gobierno de UPN y CDN y lo apoye una manifestación en la calle, sino porque constitucionalmente no cabe que nadie negocie a sus espaldas.
No cabe mayor contradicción que cantar las loas del Amejoramiento (que tiene méritos indudables, pero también carencias de las que ahora no es momento de hablar), y al tiempo actuar como si no existiera, como si estuviéramos todavía a merced de las decisiones caprichosas de cualquier gobernante que desde Madrid pueda condicionar el futuro de Navarra. Mostrarse como los máximos defensores del marco institucional y confiar tan poco en su solidez y en las garantías que ofrece a Navarra no resulta coherente.
La contradicción sólo se entiende, y se entiende perfectamente, desde el interés preelectoral. Desde la insistencia del Gobierno de UPN y CDN de patrimonializar todo lo navarro en su favor; de comportarse no como administradores sino como propietarios de Navarra; de hacer uso partidista de las instituciones que son de todos; de mostrarse ellos solos como los buenos navarros que defienden a Navarra, y a todas las demás opciones políticas como sospechosas de traición, doblez o cuando menos debilidad; de atemorizar, en suma, a la ciudadanía ante amenazadores gigantes que a lo mejor sólo son molinos de viento. Sembrar la alarma siempre es provechoso para quien se ofrece de inmediato como el salvador. Algo en lo cual tiene una gran experiencia UPN, con más de un cuarto de siglo viviendo del miedo a que vengan los vascos. Menor trayectoria en este sentido la del CDN, que nació como fuerza supuestamente renovadora frente a un navarrismo excluyente y ha acabado siendo su apéndice.
Se pretende que cuando los ciudadanos vayan a votar en mayo no se acuerden de que lo que eligen es un Parlamento y un Gobierno; de que lo que está en cuestión no es la identidad de Navarra sino las políticas en materia de educación, salud, bienestar social, empleo, vivienda, fiscalidad, cultura. Que hay afortunadamente más opciones que la deo yo, o el caos . Mejor que no se hable de nada de eso, que los votantes no caigan en el vicio de pensar, comparar y decidir libremente, que voten aterrorizados a quienes se ofrezcan con más convicción como salvadores de la patria (patria, cuando la oigo nombrar me echo la mano a la cartera, que dijo aquél).
Flaco homenaje se ofrece en su aniversario al Amejoramiento del Fuero precisamente por más quienes se llenan la boca con él.
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