Claro que si leemos la novela "Bases de ovnis en la Tierra", de Douglas O'Brien (nom-de-plume de Javier Esteban), publicada en 1978, 5 años antes que el trabajo periodístico de investigación, podemos leer algo ciertamente parecido, que podría ser acaso fuente de inspiración -y algo más- del novelador ufólgo:
* PAGINA 77 BASES DE OVNIS EN LA TIERRA
Intentos de interceptar ovnis
Todas las informaciones confidenciales que se enviaban a los jefes de los estados mayores llevaban consigo el consejo de que había que interceptar algún ovni. En algunos casos, el piloto que estuvo encargado de la intercepción corrió grave peligro de su vida y, finalmente, no se logró el fin que se intentaba.
Uno de los casos secretos, clasificado con el número diez de los proyectos de la fuerza aérea, ocurrió de la siguiente manera: Una noche en que soplaba un viento muy fuerte, un interceptor F-94 estaba sobrevolando la estación de energía atómica de Hanford, en Washington. La ruta se hallaba a ocho mil metros de altura, cuando el radar de tiro captó un objeto no identificado que se aproximaba a gran velocidad; mientras este objeto brillante, de color rojo, se abalanzaba sobre el reactor, el piloto que llevaba los controles dio un bandazo para evitar la colisión; el disco volador invirtió, con rapidez, su dirección regresando hacia el F-94, pero el piloto creyó que el ovni estaba atacando y se apresuro a disparar. En el último momento, el platillo volante saltó hacia un lado, una y otra vez, y se lanzó contra el reactor. Durante quince minutos, el ovni estuvo jugando con el interceptor, como el gato con el ratón, hasta que se perdió en el cielo.
* PAGINA 78 BASES DE OVNIS EN LA TIERRA
En la Unión soviética, el 5 de marzo de 1968, en la zona de misiles nucleares cercana al lago Baikal, un objeto volador no identificado se dirigía a esa base de cohetes, donde estab decir luego si el platillo volante había ejercido alguna extraña influencia sobre ellos, pero lo cierto es que los reflejos de las luces que rodeaban al ovni les impedían ver ningún detalle. El ovni se acercó al silo más cercano y los grupos de combate se dirigieron a él. De repente, este objeto volador quedó flotando a una altura de unos doscientos metros. Los guardias empezaron a disparar sin importarles que el aparato quedara destruido, siguiendo las órdenes del ministerio soviético de Defensa que eran tajantes: primero, destrucción; después, estudio. Los pilotos que se hallaban en sus reactores MIG se acercaron a la zona y comenzaron a hacer fuego con sus armas contra el ovni, pero éste salió disparado hacia el cielo y se perdió en el espacio en breves momentos. Un par de aparatos MIG le persiguieron sin conseguir detenerlo.
* PAGINA 115 a 123 BASES DE OVNIS EN LA TIERRA
Sin embargo, este hecho no ha sido el único sobre el que yo he tenido conocimiento. Posteriormente, he conocido muchos más y voy a tratar de reseñarlos aquí. Uno de los más importantes y que ha movilizado más personalidades es la última década ocurrió en el fiordo de Sogne en la última semana de noviembre de 1972. En ese mismo lugar, entre los días 14 al 28 de septiembre, se realizaron unas maniobras de la NATO en las que participaron más de cincuenta mil hombres. Consistían en una preparación de defensa en la zona escandinava, con la colaboración de fuerzas de Noruega, Dinamarca, Estados Unidos y otros países, con sus unidades de marina, submarinos, tropas de desembarco, etc. En el curso de las maniobras fueron detectados objetos submarinos no identificados, pero al ser imposible tanto su localización como el intento de intercepción, el caso fue archivado en el departamento central de la Marina de la NATO, situado en Norfolk (Virginia, USA) y el hecho se olvidó enseguida. Pero, concretamente, el 14 de noviembre de ese año, los radares militares de defensa de la NATO, situados en la estación secreta de Bergen, base que tiene por misión analizar los informes facilitados por la red electrónica submarina y que detecta el paso de cualquier aparato e incluso de animales de grandes dimensiones, detectó el paso por la zona de un submarino no identificado. Rápidamente se envió un informe a todos los centros de defensa de la NATO en Noruega y a otras muchas estaciones.
El objeto detectado parecía un submarino, pero tenía una forma extraña; y demostraba una capacidad de maniobra poco corriente en ese tipo de sumergible. Más tarde fue detectada su presencia en el fiordo de Sogne, antes citado, y allí se pudo apreciar que ese aparato se movía a gran velocidad dentro del fiordo, sin chocar contra ningún arrecife. El alto estado mayor, cuando tuvo constancia de la presencia de ese extraño objeto, dio orden de capturar a ese sumergible fantasma. Las fuerzas noruegas de marina, que se ocuparon al principio de la investigación, a las órdenes del general H. Zeiner Bundersen, ordenaron por radio al sumergible que emergiera o, en caso contrario, dispararían. Hay que señalar que, al estar el submarino en aguas jurisdiccionales noruegas, los noruegos no incurrían en ninguna irregularidad jurídica al amenazar al supuesto submarino soviético. Como se puede suponer, el objeto misterioso no hizo caso de las llamadas, mientras la radio, los sonares y los radares de defensa electrónica seguían detectando su presencia.
Zeiner Bundersen ordenó a sus fuerzas navales que dispararan cargas de profundidad como aviso. Entre tanto, las fuerzas navales antisubmarinas de la NATO, los aviones P-3B Orion, aparatos especializados en detección de submarinos, vigilaban el movimiento del sumergible, a la vez que disparaban bombas ligeras. Estos aviones, que tienen como misión localizar a todos los submarinos nucleares que salen de la base de submarinos nucleares soviéticos de Murmansk, están acostumbrados a detectar rápidamente los submarinos enemigos e interceptarlos. Por ello el oficial que estaba al mando y toda la tripulación estaban entusiasmados con la misión que les habían encomendado, ya que, por fin, podrían hacer realidad los intentos de ataque a un submarino que ellos, por indicación del alto mando, creían que era soviético. La tripulación de estos aviones, que se compone de siete hombres dotados con los más modernos aparatos electrónicos, detectó en seguida al submarino fantasma, pero pronto se dieron cuenta de que se trataba de un modelo bastante extraño, en el que destacaba su asombrosa movilidad. También se dieron cita en el fiordo cinco aviones especiales en la lucha antisubmarina, del tipo Grumman S-2 Tracker, armados con torpedos atómicos M - 46 guiados por radar. Mientras, las fuerzas navales intentaban detener el sumergible, atacándole con armas no atómicas, aunque suponían que si destruían lo que se creía era un submarino nuclear, quedaría contaminada de radiactividad la costa de Noruega. No obstante, el general Zeiner Bundersen recibió ordenes tajantes del alto mando: había que capturar ese submarino, aunque fuera necesario destruirlo para ello.
Al mismo tiempo en Oslo, la capital noruega, los ministros de Asuntos Exteriores y de Defensa intercambiaban información, mientras el embajador soviético en esa capital era llamado urgentemente a la sede del ministerio de Asuntos Exteriores en la madrugada del 15 de noviembre de 1972. Allí el titular del departamento le advirtió al embajador ruso que un submarino que ellos tenían la seguridad que era soviético había entrado en aguas jurisdiccionales noruegas y que, por tanto, sus fuerzas navales le habían pedido que se rindiera. El objeto del mensaje era bien claro: los rusos tenían que rendir el sumergible. El embajador soviético salió del palacio del ministerio de Asuntos Exteriores y fue a su embajada para enviar un mensaje urgente al ministerio de Asuntos Exteriores soviético, en el que solicitaba instrucciones a su gobierno. La respuesta fue inmediata y en ella se decía que, tanto el gobierno como el partido comunista soviético y las fuerzas armadas de ese país, solamente sirven al pueblo soviético y no tienen intenciones hostiles para con los demás pueblos europeos con los que la Unión Soviética mantiene relaciones diplomáticas. En el comunicado mostraban su extrema sorpresa por la acusación que se les hacía, alegando que no es costumbre de los soviéticos invadir los territorios nacionales de los países amigos, al propio tiempo que añadían que las fuerzas armadas soviéticas ofrecían su ayuda a los noruegos para identificar al citado sumergible. Esta expresiva nota, que fue llevada por el embajador ruso al primer ministro noruego, estaba firmada por Viktor Kulikov, jefe de las fuerzas armadas unificadas del Pacto de Varsovia y por el mariscal Gorshkov, jefe de las fuerzas navales soviéticas.
Paralelamente a este movimiento diplomático, el embajador soviético en Oslo aumentó en pocos días su plantilla de especialistas, llegados en los vuelos de Aeroflot a la capital noruega. Entre los recién llegados, el servicio noruego de información militar detectó a bastantes agentes del GRU. Entre tanto el Consejo de ministros convocó reunión extraordinaria para unificar criterios tendentes a atacar al sumergible o no, ya que un ataque de estas características podría provocar una explosión nuclear. Tanto en Bruselas, sede de la NATO, como en Norfolk, sede de la fuerza naval de la NATO, se analizó detenidamente la situación del sumergible y se encargó que hiciera las primeras investigaciones el submarino británico "Couragens" que estaba cerca de la zona y podría intentar acorralar al sumergible misterioso.
Por sorprendente que parezca, los analistas de la NATO llegaron a la conclusión de que en la zona no podía haber ningún sumergible soviético, puesto que todos los submarinos que habían salido de la base de Murmansk habían sido detectados por los servicios electrónicos de defensa y estaban todos bajo control, lo que quiere decir que sus zonas de localización estaban lejos de las costas noruegas. En efecto, los últimos informes recibidos en la sede de la central de las fuerzas navales de la NATO situaban a todos los submarinos muy lejos de las citadas costas; únicamente se podría admitir el caso de que el sumergible soviético hubiese salido del puerto naval de Vladivostov, pero eso era imposible, ya que significaría que habría tenido que dar la vuelta al mundo. Entonces, al cabo de cinco días. En los que el sumergible no daba señales de vida, se "filtró" una noticia a la Prensa, por indicación de los servicios de inteligencia de la NATO, en la que se decía, con grandes titulares, que un submarino soviético estaba en el fondo del fiordo de Sogne.
Mientras el alto mando noruego guardaba un discreto silencio, para evitar los ataques de la Prensa de su país, las agencias occidentales de Prensa denunciaban la política de Moscú de entrometerse en los asuntos internos de otras naciones, a la vez que en el Parlamento noruego se hacían interpelaciones al gobierno acerca de la inseguridad de las costas, lo que se había puesto de manifiesto por la imposibilidad de las fuerzas navales noruegas en detectar el citado submarino. También instaban al gobierno a que diese fin al enojoso asunto política o militarmente. Pero el caso era que el submarino fantasma no fuera localizado. Por su parte, la agencia soviética de noticias TASS (Telegrafnoye Agentstvo Souyetskoyo Soyouza) denunciaba al mundo, a través de sus comunicados a las revistas y a los medios informativos en general, la indudable provocación a que era sometido el pueblo ruso.
En todo este maremágnum de declaraciones estaba claro que había algo que no encajaba, pues los militares habían detectado un sumergible que había estado unos cinco días paseándose impunemente por los fiordos de Sogne y, aunque los fiordos son muy grandes, los aparatos de lucha antisubmarina de la NATO estaban capacitados suficientemente para detectar al submarino sin ningún problema. Por otra parte, los informes del NRO y de la NSA (National Security Agency), así como otros servicios de detección de la NATO, demostraban claramente que ese sumergible no era terrestre. Todo esto motivó una reunión de emergencia entre los jefes militares de la NATO en Bruselas, con la recomendación de averiguar que era lo que había allí.
Más tarde se observó que no había nada que permitiera sostener que el submarino misteriosos se encontraba en el fiordo, pues con los informes del NRO ya citados se podía deducir la inexistencia de dicho submarino en esas aguas. Los satélites de espionaje están capacitados para detectar cualquier objeto, sirviéndose de unas placas con filtros especiales a determinadas longitudes de onda que son disparadas al mismo tiempo y se obtienen cinco o seis negativos; a partir de esa base valiosa. Los expertos pueden deducir detalles de increíble precisión. En el caso de los submarinos nucleares pueden ser descubiertos por una estela de agua ligeramente recalentada que expulsan las turbinas en el momento de la inmersión. Y también podría haber sido descubierto ese sumergible en el caso de que fuera un submarino nuclear soviético.
Pero el caso se complicó todavía más a partir de una noticia procedente de Albania, conocido país anti soviético. Ese país informaba al mundo, por medio de sus emisoras de radio, que el sumergible fantasma que estaba situado en el fiordo de Sogne era, en realidad, un submarino nuclear soviético, cuya tripulación se había amotinado, los suboficiales habían detenido a sus superiores y habían intentado pedir asilo político en un país de la NATO. Pero la presencia de un segundo submarino ruso había resuelto la embarazosa situación, al conseguir detener a los amotinados; esto podría explicar, tal vez, el que en la zona hubieran aparecido días antes del primer avistamiento multitud de luces - probablemente bengalas - en las inmediaciones de las aguas jurisdiccionales noruegas.
Esta información fue dada a la luz pública por un ciudadano británico que informó a la Prensa. Esto provocó una reacción muy curiosa: recibió la visita de varias personas que dijeron pertenecer al ministerio de Defensa y querían oír la grabación que había realizado de Radio Albania, para investigar sobre todo aquello. El contraespionaje británico anunció, públicamente, que no había realizado ninguna investigación, pero los medios de información dieron la noticia de que este hombre había recibido la visita de los agentes británicos de información.
Entre tanto la agencia TASS siguió publicando artículos en los que criticaba duramente la actitud de los países occidentales en relación al caso, añadiendo que los causantes de la provocación eran los británicos. Y en Oslo, el periódico "Dagbladet" publicaba la información de que, según fuentes dignas del ministerio noruego de Defensa, los portavoces del alto estado mayor noruego no habían llegado a la conclusión de que fuera un submarino aquel extraño objeto.
Más o menos estos son los datos públicos que aparecen del fenómeno, pero hay que señalar que, mientras duraba la investigación para la detección de la nave, que desapareció misteriosamente, se encontraban cerca del área de las aguas jurisdiccionales noruegas buques de investigación oceanográfica de la Unión Soviética que tenían más antenas que cualquier buque especializado en materia de espionaje. También hay que decir que, por aquellos días, fueron lanzados una serie de satélites Cosmos para recorrer órbitas que estuvieran en la vertical del fiordo de Sogne.
Mientras unos y otros preparaban sus armas, unos para intentar capturar ese objeto desconocido y los otros para saber qué es lo que estaban tramando, los servicios de información intentaban averiguar el gran misterio del submarino fantasma. Por su parte, la agencia TASS seguía desmintiendo la implicación de los soviéticos en este desagradable asunto.
Desde el comienzo del caso se pasó al comité de investigación militar de ovnis en la central de la NATO, los cuales, desde el principio, analizaron, punto por punto, todos los detalles para estudiar la posibilidad de que fuera un ovni de características especiales. Desde el primer momento en que llegaron los informes de ese comité se vio que los soviéticos no podían ser los causantes del problema, ya que no había ningún indicio de la presencia de algún submarino ruso en las costas de Noruega, puesto que, como ya apunté, todos estaban localizados o bien se disponía de pruebas suficientes para situarlos en latitudes mucho más lejanas. Ni los satélites, ni los buques de detección de la NSA o los aviones especializados en la lucha anti submarina, descubrieron ningún submarino en la zona; sólo detectaron un objeto que tenía la forma parecida de un submarino, pero que también tenía una constante de velocidad y una extremada maniobrabilidad que no correspondían a los sistemas conocidos entonces por la tecnología moderna. Los ataques de la marina noruega y demás fuerzas no lograron absolutamente nada, cuando está claro que, en ese fiordo, un submarino no hubiera tenido ninguna opción de escapar. Por otra parte, todas las declaraciones secretas hechas por los altos oficiale es, por mediación de los agentes chinos. Dentro de la colaboración entre los estados, no existe ningún impedimento en que lleven a cabo acciones que, a la vista de todos, parecían imposibles de realizar.
En este contexto se sitúa también la visita que efectuaron los funcionarios del ministerio de Defensa británico, concretamente los agentes del MI-5 (Military Intelligence - 5) que es la sección del contraespionaje británico. Como se recordará, estos agentes fueron a visitar al sujeto citado con intención de quitarle las grabaciones de la emisora, cuando todos los estados, y mucho más los servicios secretos, tienen departamentos en los que escuchan casi todas las emisoras del mundo, función que los británicos desarrollan por medio del Military Intelligence - 8. Lo que carece de lógica es que esos mismos agentes fueran a pedirle a un civil documentos que ellos tienen en mejores condiciones. Y su presencia en casa de ese individuo sólo tiene una explicación: desear que el público continuara pensando que lo que estaba en el fiordo de Sogne era un submarino y no pensaran, ni por un momento, que se trataba de un ovni. Por otra parte, cabe preguntarnos ¿ qué se puede pensar de las declaraciones radiofónicas de Albania ? No son más que una solemne tontería; hay que tener en cuenta que los intentos de motín de submarino son poco frecuentes, pues los servicios de información militar de cada país disponen de los datos suficientes sobre el estado psicológico de los marineros. Y, además, en unas naves tan sofisticadas como son los submarinos nucleares sólo están enrolados marineros de absoluta confianza de los altos mandos, lo que descarta totalmente la posibilidad de un motín. Con todo ello, la posibilidad de verosimilitud de la emisión de Radio Albania queda reducida a la nada, mucho más cuando se refiere a que fue otro submarino el que redujo a los amotinados. Cabe preguntarse cómo puede creerse que un submarino pueda abordar a otro en aguas jurisdiccionales enemigas y permitirse, incluso, el lujo de lanzar bengalas que, con toda seguridad, alertarían a las fuerzas enemigas.
En declaraciones a la Prensa se hizo constar que las fuerzas navales noruegas no habían atacado al submarino por temor a la radiación radiactiva en las costas del país, pues hubiera sido contraria la propaganda que se hubiera hecho del asunto. No hay más que imaginarse a todas las potencias occidentales reclamando a los soviéticos por haber hecho explotar una bomba en territorio extranjero, dentro de la jurisdicción de la NATO. La explosión sería debidamente compensada por los beneficios de tipo político y económico, ya que los rusos tendrían que compensar por la catástrofe de la que habrían sido causantes y responsables y, además, ganarían ña enemistad de todo el mundo occidental. Digamos finalmente en este punto que carece de todo fundamento el señalar que un submarino haya estado en las aguas jurisdiccionales de un país y haya podido escaparse sin sufrir daño alguno con los modernos sistemas de detección que existen en estos tiempos, a los que ya hemos hecho referencia anteriormente. Digamos, una vez más, que todos los analistas militares están de acuerdo en que en el fiordo de Sogne había un ovni de grandes dimensiones, pero ese aparato se les escapó a las fuerzas aéreas noruegas, sin que se explicaran cómo lo había conseguido. Los soviéticos enviaron rápidamente a esa zona naves espías para intentar conseguir todos los datos tecnológicos del aparato en cuestión. En este caso, muchos órganos de Prensa se dejaron arrastrar por los datos de "fuentes dignas de crédito" que provenían de los servicios de información, e intoxicaron a buena parte del mundo que no supo ver en ese asunto otra cosa que lo que querían decir los militares.
Este caso que no se pudo resolver no es el único en relación con los submarinos fantasmas que son localizados, más tarde, en un mar opuesto y lejano en miles de millas.
* PAGINA 127 a 129 BASES DE OVNIS EN LA TIERRA
Otro caso cerca de las islas Canarias
Otro caso también muy famoso, dentro de los servicios de información militar, fue el que se produjo en las proximidades de las islas Canarias, en España, el 11 de diciembre de 1978. Empezó con una detección del sistema especial de defensa aérea de la NATO (no hay que olvidar la importancia estratégica que, en los últimos años, está teniendo la zona del Sahara por el reciente conflicto bélico). Como digo, en la zona de defensa aérea especial norteamericana, los satélites de la NRO detectaron un ovni del tipo submarino, bastante grande y que se movía a gran velocidad. Inmediatamente, en la base de Lajes, en las islas Azores, se movilizaron muchos aparatos interceptores anti submarinos, pero esta vez este caso de intercepción de ovnis submarinos no iba a terminar tan fácilmente como el anterior para los militares. Ocurrió cerca de la isla de Hierro, una de las más pequeñas del archipiélago canario. El domingo 11 de diciembre amaneció lloviendo y la opinión pública sólo supo que, en un lugar conocido como la Curva de Mocanal, se estrelló un avión militar P-3B Orion, especializado en la lucha anti submarina, cuando volaba a cuatrocientos metros de altura. Esto provocó las protestas de la oposición de izquierdas en España, criticando duramente las actividades de las fuerzas aéreas norteamericanas en este territorio. Pero lo que sucedió en realidad, fue que, como ya he indicado, cinco P-3B Orion, así como lanchas torpederas norteamericanas que se encontraban en la zona, atacaron al ovni en cuestión, pero esta vez el platillo volante no permaneció inactivo, sino todo lo contrario. De pronto, el avión interceptor más cercano avisó por radio a los demás aparatos que tenía un calor asfixiante que no le permitía respirar y que los instrumentos de control se habían vuelto locos, lo mismo que dos copilotos. Digamos que de los siete hombres que formaban la tripulación del aparato, dos eran presas de un ataque de locura y el resto estaban desmayados. En el dentro del radar, que estaba situado para esta operación en la base de Lajes, de donde despegaron estos aviones, cuando empezaron a notar una cierta incoherencia en sus actos, avisaron inmediatamente a las demás naves, quienes afirmaron que, sobre el avión afectado, se veía una especie de luz azul. Más tarde, las fotografías obtenidas revelaron una serie de bombardeos de rayos desconocidos. Fueron, sin duda, esos rayos los que hicieron que la tripulación perdiera el control y murieran las siete personas que formaban la tripulación al estrellarse el avión en la isla de Hierro. El avión que, al principio, volaba a 1.500 metros de altura cuando le atacaron con esos rayos extraños, descendió rápidamente a 400 metros, pero sin hacer ningún intento de rastrear el Atlántico, como sería su verdadera misión, sino que bajó a 400 metros y empezó a realizar maniobras incoherentes hasta que terminó por estrellarse. En su hoja de vuelo tenía como origen y destino las islas Azores, pero la misión del aparato no fue comunicada a las fuerzas aéreas españolas, con lo que no pudieron evitar el accidente. Como reconoce la prensa oficial, y los militares no lo han desmentido, el por qué se estrelló ese avión es algo que está todavía por aclarar incluso para las autoridades norteamericanas.
* PROLOGO DEL LIBRO BASES DE OVNIS EN LA TIERRA
Los OVNIS han despertado siempre la curiosidad de las gentes. Las respuestas fueron oscuras a la pregunta que los hombres se plantearon hace largo tiempo: ¿estamos solos en el Universo? En los tiempos actuales, cuando algunas personas empezaron a informar al público en general de sus avistamientos de naves, cuya pertenencia a una civilización conocida era indemostrable, el interrogante de nuestra presencia única en el Universo se agudizó todavía más.
A lo largo del siglo XX, en su segunda mitad, muchos afirman haber visto naves extraterrestres que se paseaban por los cielos de nuestro mundo; por otra parte, conocidos científicos se pronuncian afirmativamente en el mismo sentido, así como los jefes militares de varios países. El público pide respuestas claras sobre el tema a sus respectivos gobiernos. Lo cierto es que hay un hecho incuestionable: algo desconocido surca, con relativa frecuencia, los espacios aéreos de los Estados, y éstos tienen la obligación de investigar intensamente.
Los gobiernos de todo el mundo comienzan a recopilar documentos importantes, así como los resultados de sus investigaciones; se confirma el origen no terrestre de los ovnis y se crean organismos para ridiculizar todo lo relacionado con el tema.
Lo cierto es que, el reconocimiento de la existencia de seres más inteligentes que nosotros, que nos vigilan constantemente, haría que la raza humana se enfrentase a problemas gravísimos y cundiría el pánico, según reza la respuesta más utilizada por los dirigentes de los Estados, con lo que se arrogan el derecho de manejar a sus súbditos a su antojo.
Entre tanto, algunos ciudadanos interesados sienten una verdadera obsesión por conocer más datos sobre las naves extraterrestres, para probar al mundo que es cierto lo que los gobiernos parecen no querer aceptar. Este interés privado hace que surjan grupos de personas que forman organismos para el estudio del fenómeno, con ramificaciones en las grandes ciudades, y se creen sistemas de información, a nivel mundial, para estudiar todo lo relacionado con los ovnis.
Pronto aparecen las primeras conclusiones sobre la forma de los mismos y otros detalles técnicos; circulan por el mundo declaraciones de algunos testigos importantes y, en general, la opinión pública, paulatinamente, va cambiando su escepticismo por un interés creciente.
Los centros mundiales de poder comienzan a preocuparse por el desarrollo de la investigación privada, pues ellos tenían planes bien distintos sobre los famosos platillos volantes. Casi todos los estados mayores del Ejercito han creado departamentos de información militar para intentar capturar un aparato de este tipo, pues con una nave de una técnica tan avanzada aumentaría el poder de sus fuerzas armadas y se ampliarían las vías de obtención de nuevos recursos energéticos y de materias primas insospechadas, que estarían al alcance del hombre, lo que significaría un rápido progreso de la tecnología espacial. Todo esto estaba en peligro si la opinión pública exigía a sus gobiernos informes claros sobre los ovnis; existiendo, además, el riesgo de que los países opuestos consiguieran antes esas ventajas.
La decisión a adoptar por los Estados se veía claramente: por una parte, había una censura militar sobre el tema. Desde el punto de vista estrictamente militar - pruebas secretas de misiles en experimentación, etc. - y por otra, se crearían comisiones oficiales que, basándose en los datos aportados por investigadores honrados de ovnis, realizarían los estudios pertinentes para colocar el fenómeno observado dentro de la lógica terrestre, en los casos que esto fuera posible; y de no poderse realizar, el ataque se dirigiría contra el sujeto testigo, y si fallaba todo esto, otro organismo secreto se encargaría del asunto y lo arreglaría a su modo, sirviéndose de todo el poder necesario.
Se crearon unidades de policía secreta, cuya misión era realizar las tareas de represión contra las personas no influenciables por los métodos normales. Los "métodos" de esa policía secreta serían el chantaje, el asesinato, el robo, la provocación de revueltas, el espionaje militar y todo cuanto fuera necesario para defender el secreto que envuelve el espinoso asunto de los ovnis.
Estos servicios supersecretos, que funcionan actualmente en todas las partes del mundo, y que están bajo las ordenes de los países más poderosos, no se detienen ante nada; sus presupuestos se cifran en grandes sumas anuales, y sería paradójico que un Estado reconociera su existencia, cuando niega la existencia de los platillos volantes, que ha sido la causa que ha motivado la creación de los mencionados organismos.
Durante casi una década he pertenecido a una de esas organizaciones en mi país, los Estados Unidos de América, y en ese tiempo he conocido situaciones espeluznantes como protagonista directo o a través de terceras personas. Recuerdo con tristeza casos sangrantes persuadiendo, a la fuerza, a muchos testigos para que no informasen a la opinión pública de sus avistamientos de objetos desconocidos, y también recuerdo otros que conmovieron a las cancillerías, llegando alguno de estos casos casi a provocar conflictos armados entre las grandes potencias. En todos ellos, los servicios de censura funcionaron extraordinariamente y le dieron al asunto orientaciones falsificadas, preferentemente cuando se trataba de "accidentes" o detenciones de agentes secretos de países enemigos.
Aún con grave peligro para mi integridad física decidí denunciar a la opinión pública, por medio de éste y otros trabajos, a estas organizaciones. Por lo general es relativamente fácil entrar en un servicio secreto, pero resulta totalmente imposible salir de él, y quién lo intenta sabe que su vida pende de un hilo.
Se trata de un trabajo orientativo de los importantes sucesos que, en torno al tema de los ovnis, ocurrieron en la década de los setenta.
Comprobé que, en Estados Unidos, mi propio país, era casi imposible publicar nada porque los intereses de ciertos personajes me lo impedían; lo intenté también en varios países europeos y en Australia, y sólo pude hallar traiciones y peligros.
Finalmente, he logrado publicar en España el trabajo que usted, amigo lector, tiene entre sus manos en estos momentos.
Espero que la publicación de esta libro haya merecido la pena y que una corriente de aire puro limpie todo lo sucio que existe en nuestra sociedad y en la de otros países.
|