artículos, escritos y demás piezas perfectamente obviables perpetradas por Javier Armentia (@javierarmentia por algunas redes)
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2007-10-19
10 Guggyaños
Tengo con el Guggenheim Bilbao un sentimiento incómodo y contradictorio, casi de amor y odio.
Viví -por parte interpuesta, por amigos artistas y que se movían en la cultura- aquellos años en que el dinero vasco para los temas culturales desapareció porque se había decidido gastar todo en montar un Guggy. Pero la enorme debacle que se preveía no se produjo al final, y hasta muchos recalcitrantes han inclinado la testuz ante el Monstruo, yo con ellos. Me enamoré del exceso arquitectónico y urbanístico en cuanto apareció al lado de la Ría. Comprendí que era un motor de cambio de todo Bilbao, pero también de todo el País Vasco, y en parte de España. Igual en cierto modo también del resto del mundo. No porque GuggyB sea la causa, quizá es el efecto, o la muestra, del mundo que cambia...
Me asusté -y asusto- con el concepto de cultura de masas trasladado a las artes plásticas, no sólo en GuggyB sino ahora casi en cualquier museo que se precie (lo intentan, no siempre se consigue). Por más que sea el signo de los tiempos, sigo convencido radicalmente de que la cultura no necesita de enoooormes presupuestos y enoooormes despliegues para emocionar y convencer, para provocar y para hacernos crecer. El que se pueda hacer con enooooormes presupuestos y enoooooormes despliegues no invalida lo anterior, por supuesto. El problema es que el punto de mira de quien tiene que apostar por la cultura se centra solo en esa profusión de oes. Guggy tiene eso y más.
He visto exposiciones perfectamente prescindibles en el Guggy, aunque siempre estaba el paseo por ese templo para consolarte de lo pobre del contenido. Otras veces me he maravillado (por ejemplo, con las fotos de Clemente Bernard que ahora parecen tanto molestar a ciertas asociaciones de víctimas del terrorismo -y lo digo por molestar a esa panda de tarados con los que simplemente cualquier persona decente tiene que estar enfadado desde hace unos años- o aquella exposición de Calder en la que acompañé al osito y casi nos echan por soplar a los móviles). Y siempre hay que recordar que Richard Serra o Jeff Koontz quedan estupendamente ahí, aunque sigo sin saber si ese arte es necesariamente algo más que espuma muy batida. Ya les dije que tenía sentimientos contrapuestos para con el Guggy. Lo que pasa es que de repente el sol se refleja en el titanio ese y te quedas sin palabras. 10 años ya...
2007-10-19
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10 Guggyaños
2007-10-19
Tengo con el Guggenheim Bilbao un sentimiento incómodo y contradictorio, casi de amor y odio. Viví -por parte interpuesta, por amigos artistas y que se movían en la cultura- aquellos años en que el dinero vasco para los temas culturales desapareció porque se había decidido gastar todo en montar un Guggy. Pero la enorme debacle que se preveía no se produjo al final, y hasta muchos recalcitrantes han inclinado la testuz ante el Monstruo, yo con ellos. Me enamoré del exceso arquitectónico y urbanístico en cuanto apareció al lado de la Ría. Comprendí que era un motor de cambio de todo Bilbao, pero también de todo el País Vasco, y en parte de España. Igual en cierto modo también del resto del mundo. No porque GuggyB sea la causa, quizá es el efecto, o la muestra, del mundo que cambia...
Me asusté -y asusto- con el concepto de cultura de masas trasladado a las artes plásticas, no sólo en GuggyB sino ahora casi en cualquier museo que se precie (lo intentan, no siempre se consigue). Por más que sea el signo de los tiempos, sigo convencido radicalmente de que la cultura no necesita de enoooormes presupuestos y enoooormes despliegues para emocionar y convencer, para provocar y para hacernos crecer. El que se pueda hacer con enooooormes presupuestos y enoooooormes despliegues no invalida lo anterior, por supuesto. El problema es que el punto de mira de quien tiene que apostar por la cultura se centra solo en esa profusión de oes. Guggy tiene eso y más.
He visto exposiciones perfectamente prescindibles en el Guggy, aunque siempre estaba el paseo por ese templo para consolarte de lo pobre del contenido. Otras veces me he maravillado (por ejemplo, con las fotos de Clemente Bernard que ahora parecen tanto molestar a ciertas asociaciones de víctimas del terrorismo -y lo digo por molestar a esa panda de tarados con los que simplemente cualquier persona decente tiene que estar enfadado desde hace unos años- o aquella exposición de Calder en la que acompañé al osito y casi nos echan por soplar a los móviles). Y siempre hay que recordar que Richard Serra o Jeff Koontz quedan estupendamente ahí, aunque sigo sin saber si ese arte es necesariamente algo más que espuma muy batida. Ya les dije que tenía sentimientos contrapuestos para con el Guggy. Lo que pasa es que de repente el sol se refleja en el titanio ese y te quedas sin palabras. 10 años ya...
2007-10-19 14:05 Enlace
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Comentarios
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Hoy hay fuegos para celebrarlo...
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me encantaria que estubieramos enlasados saludos espero poder compartir mi directorio contigo bye
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