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Historias > "Nosotras. Biocientíficas Españolas"
2003-02-19
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Territorios, Ciencia-Futuro
El Correo, miércoles 19 de febrero de 2003
Margarita Salas, presidenta del Instituto de España, es una de las científicas más relevantes de nuestro país. Ella es un buen ejemplo de la lucha que supone diariamente su doble condición de científica y de mujer, y en la presentación que realiza para el libro "Nosotras: biocientíficas españolas", editado por L'Oréal recientemente, que recoge la trayectoria de más de doscientas mujeres que se dedican a las ciencias de la vida, afirma: "es cierto que en la actualidad los puestos de mas prestigio y/o responsabilidad en la ciencia todavía están ocupados por una minoría de mujeres [...] pero dado el número de mujeres que en la actualidad se están iniciando en la ciencia, me atrevo a asegurar que en un futuro no muy lejano las mujeres ocuparán los puestos de dirección y responsabilidad en el mundo científico de acuerdo con sus capacidades personales".
En las licenciaturas relacionadas con las ciencias de la vida (desde la medicina a la biología, pasando por ecología, las ciencias de la alimentación o la genética) hay ya más mujeres estudiando que hombres, y los mejores expedientes suelen ser para ellas. "Todas estas mujeres se van a incorporar al mundo de la salud, de la docencia, de la investigación, pues lo que las distingue de aquellas que realizaron licenciaturas similares hace algunas décadas es su cambio de mentalidad, con la convicción profunda de su incorporación al mundo profesional para dar todo lo mejor que tienen", comenta Salas, Premio Príncipe de Asturias de Investigación y asesora de este proyecto (ella misma fue galardonada con el premio "for Women in Science" de L'Oréal - UNESCO en el 2000), en el que aparecen los curricula de gran parte de las investigadoras científicas españolas actuales, así como una serie de artículos escritos por periodistas y divulgadores científicos (entre ellos Manuel Toharia, Ramón Núñez, José Pardina o Pablo Francescutti) que presentan el panorama de la mujer en las diferentes áreas del conocimiento.
El escritor Manuel Hidalgo pone de manifiesto, en la introducción al libro, que hablar de mujeres y ciencia supone entrar en dos campos realmente desconocidos, o al menos ignorados en nuestra sociedad: "¿Cómo vamos a saber los suficiente sobre las mujeres científicas españolas si es la ciencia misma la que permanece fuera de nuestro campo de visión y de experiencia?". A lo largo de los perfiles biográficos y de los otros artículos se consigue dar una respuesta adecuada: las mujeres están en la ciencia, y la ciencia está en nuestra sociedad, pero ambas sufren de una situación que debe cambiar.
Victoria Toro, periodista científico comenta, presentando las expertas en genética: "Las investigadoras actuales trabajan, como los investigadores, en encontrar pequeñas respuestas al mayor interrogante: ¿qué somos? Para no olvidar la cuestión formulada por Tolstoi: ¿Para qué sirve la ciencia si no puede contestar a las preguntas importantes?". Y entonces podemos conocer a mujeres que son catedráticas de Genética como Tahía Benítez Fernández (Universidad de Salamanca), Josefina Méndez Felpeto (Universidad de La Coruña), María Jesús Puertas Gallego (Universidad Complutense de Madrid), o Laura Sánchez Piñón (Universidad de Santiago de Compostela). Muchas de ellas compaginan investigación y docencia, y también tienen a su cargo una familia (en muchos casos las propias científicas reconocen que esa labor añadida es fundamental para comprender su manera de entender el trabajo y la vida). Son solamente un ejemplo, en uno de los campos que abarca la amplia denominación de "ciencias de la vida", de cómo la labor de las científicas españolas es, si bien no reconocida en su justa medida, sí una realidad pujante.
Leyendo las breves autobiografías de estas mujeres de la ciencia, algunas "senior", con cargos de responsabilidad como cátedras o direcciones de institutos de investigación, y otras "junior", participando en equipos de investigación y docencia, el lector va descubriendo que posiblemente exista algún común denominador en las trayectorias, que en sí son muy diferentes: una verdadera preocupación por las implicaciones que para el bienestar y el progreso tienen los temas en que trabajan. ¿Es eso una característica exclusivamente "femenina"? Evidentemente no, muchos de sus colegas (hombres) tienen igual vocación, aunque es más probable que en un libro paralelo sobre biocientíficos no se habría puesto tanto énfasis en ese papel que casi podríamos denominar vocacional.
Sin embargo, también vemos que no todo es, o ha sido, sencillo. Las mujeres investigadoras también reclaman su espacio: asociaciones como la AMIT (Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas) siguen siendo necesarias: ellas afirman que la incorporación de investigadoras y profesoras a las instituciones de nuestro país al mismo ritmo que sus colegas varones no se producirá si simplemente se deja que todo suceda con el tiempo. Las cosas han mejorado, pero no lo suficiente: en las categorías más altas del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) existía un 8% de mujeres en 1970. En el 2001 sólo son todavía el 13%. Y las catedráticas son el 15% del total. Sigue siendo descorazonadora la evidencia de la desigualdad.
La Mujer En La Ciencia
Koïchiro Matsuura, director General de la UNESCO afirma que "fomentando el acceso de la mujer a la ciencia, a la enseñanza y al mundo de la investigación, estamos favoreciendo el desarrollo e intercambio del conocimiento, la clave para el futuro de nuestra sociedad". El papel de la mujer en la ciencia ocupa así uno de los numerosos proyectos que lleva a cabo esta organización internacional, con la colaboración de un amplio tipo de entidades, entre ellas empresas como la presidida por Lindsay Owen-Jones, la mujer que en Europa tiene a su cargo la mayor empresa de cosméticos desde 1988, L'Oréal. Un amplio programa de becas postdoctorales y un galardón anual que reconoce el trabajo de las científicas de los diferentes continentes son parte de este proyecto que, además, está permitiendo dar a conocer, a través de libros de divulgación científica el trabajo que las mujeres realizan en muchas ciencias.
¿Discriminación positiva? Evidentemente, y una apuesta muy clara en este sentido, sin duda necesaria también en el mundo de la ciencia: Mary Osborn (microbióloga), Indira Nath (inmunóloga), Shirley Tilghman (genetista), Ana María Lopez Colomé (neuróloga) o Nagwa Meguid (genetista), las galardonadas en 2002, no son muy conocidas fuera de su campo profesional, aunque sus contribuciones son fundamentales. Su reconocimiento permite ver un futuro más libre de discriminaciones por razón de género.
Enlaces
- sobre el libro:
nota de prensa de L'Oréal
-
la página del programa L'Oréal - UNESCO "for women in science"
2003-02-19 19:36 Enlace
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Comentarios
1
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De: Rigel |
Fecha: 2003-02-24 21:42 |
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No hace falta ser un águila para darse cuenta de que el futuro es de ellas. Y eso, en limpia competencia con nosotros que nos hemos dedicado -generalizando, que es gerundio- a la noble tarea de discutir interminablemente acerca de si son galgos o podencos.
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2
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De: dani |
Fecha: 2007-11-21 13:07 |
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ola
como eres tan fea
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3
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De: Anónimo |
Fecha: 2010-03-06 19:33 |
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Pues porque nació asi,a saber si tu te has mirado al espejo alguna vez idiota!!
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