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2008-04-10
)

Exoplaneta Terrestre Con D.O.
2008-04-10

Ayer se presentaba en el CSIC la noticia del descubrimiento de GJ 436c y la publicación del mismo en el Ap.J.Letters (20 Minutos, Público, El País, El Mundo...) Cosas de la vida, por partida doble escribo hoy en diarios de papel sobre el tema. Coloco las dos columnas de opinión que versaban sobre el tema. La primera ha ido para El Mundo:
IDEAS GENIALES
Hace sólo unos días, más de uno decía que el hallazgo de un planeta extrasolar había dejado de ser noticia. ¿Por qué? Desde el descubrimiento del primer planeta en torno a 51 Pegasii hace casi quince años, al principio poco a poco y ahora casi como una oleada, el catálogo de exoplanetas contiene ya 287 elementos. Parémonos un momento ante esta cifra: realmente llevamos utilizando unos cuantos métodos indirectos de observación en los dos últimos decenios y el resultado, ya lo vemos, impresiona. Cuando miramos a esas estrellas que iluminan la noche, debemos empezar a imaginarnos que muchas de ellas tendrán planetas y que puede que alguno de ellos sea incluso como la Tierra. Ese sueño de tantos visionarios a lo largo de la historia, esa “pluralidad de los mundos habitados” que dio con Bruno en la hoguera, podría hacerse realidad...

Un momento, porque conviene no lanzar las campanas al vuelo. En primer lugar porque nadie ha encontrado vida más allá de la Tierra (y en esto los astrobiólogos están también trabajando duro). En segundo porque ninguno de esos planetas encontrados resulta parecido a la Tierra. Gran parte de ellos son enormes planetas gaseosos y calientes, una especie de Júpiter al microondas, que giran alocadamente alrededor de su estrella. Esto puede ser un efecto de los sistemas de búsqueda de planetas extrasolares, que podemos entender de manera intuitiva: es más fácil encontrar un planeta grande que uno pequeño.

Aunque ello conlleve engañarnos, porque ninguno de esos planetas se ha encontrado “mirando” una imagen mediante un telescopio. Las técnicas se fijan en los efectos gravitatorios de esos planetas sobre sus estrellas. Las órbitas se calculan a partir de las observaciones, como se viene haciendo desde que Newton explicó las leyes de la gravitación universal. No deja de ser sorprendente que sigamos siendo deudores del trabajo increíble de unos genios de hace tres siglos.

¿Y por qué toda esta reflexión sobre observaciones y cálculos? Porque el hallazgo de este último planeta, el que hace el número 287 del catálogo, es noticia por partida doble. En primer lugar porque no es uno de esos gigantes calientes, sino un planeta bastante parecido en tamaño a la Tierra. Y esto no es sólo algo notable, porque es más difícil su detección, sino porque los planetas del tipo terrestre son un buen lugar para mirar si la vida es un fenómeno único del nuestro o no.

Y en segundo, porque viene de la mano de una idea genial, que Ignasi Ribas tuvo mientras se aburría en un viaje de avión. En torno a la estrella GJ 436 los astrónomos ya habían detectado dos planetas, pero entre ambos descubrimientos había algunas incongruencias que habían pasado desapercibidas. De la misma forma que los cálculos con la mecánica de Newton hace siglo y medio permitieron, con papel y lápiz, explicar que la órbita de Urano era rara porque existía otro planeta perturbándola, y esos cálculos permitieron el descubrimiento de Neptuno, ahora tenemos al nuevo planeta naciendo del cálculo (ahora con ordenadores) de una idea genial.

El otro artículo es mi columna habitual de los jueves, MILENIO, en el Diario de Noticias:
¡OTRO PLANETA!
Ayer presentaban en Madrid el descubrimiento de un nuevo planeta extrasolar. Este, en concreto, está orbitando en torno a una estrella, denominada GL 436, y nos queda a una distancia que la luz tarda en cubrir 30 años. Según miramos para la constelación del León. El planeta es relativamente parecido a la Tierra, y esto hace del descubrimiento algo interesante: de los 287 exoplanetas catalogados la mayoría son enormes, posiblemente bolas gaseosas y calientes. Es comprensible que encontrar uno más parecido al nuestro interese, porque eso confirmará las teorías de formación de los planetas, y sobre todo porque permite seguir especulando con la existencia de otros mundos, quizá otros mundos donde haya vida.

Como suele pasar en estas cosas de la astronomía, nadie ha visto realmente ese planeta. Es lo bastante pequeño y está lo bastante cerca de su estrella, que a su vez está lo bastante lejos como para que sea imposible “verlo” ni con el mejor de los telescopios. Pero los astrónomos han intuído que tiene que estar ahí porque han visto su influencia en la órbita de otros dos planetas que tiene esa estrella. En 1846 un sistema similar permitió encontrar Neptuno, el planeta que faltaba, y que provocaba que Urano se desplazara en torno al Sol de forma peculiar. Ahora, la misma ciencia que permitió el enorme adelanto de la edad moderna, nos muestra que sigue valiendo para descubrir cosas.

No puedo, ni quiero, dejar de plantearme, siempre que acudimos a un descubrimiento de la mano de la ciencia como el del nuevo planeta, que afortunadamente seguimos pudiendo preguntarnos sobre la naturaleza, intentar comprenderla, descubrir sus reglas e interferir en su funcionamiento. Qué fácil sería mandar a la hoguera, proclamar el anatema o invocar a los libros sagrados y la antigüedad para negar todo lo que la ciencia descubre. Y qué miedo da que algunos quieran volver a ese estado de cosas.

2008-04-10 10:15 Enlace

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Comentarios

1
De: Iñaki Fecha: 2008-04-10 12:12

Jajajaja! Siempre te las arreglas para dejar algún recadito, aunque sea al final del artículo. Me encanta! jeje!



2
De: Iván Fecha: 2008-04-10 13:03

Excelentes columnas Pez, y excelente noticia mas cuando viene de aqui :)



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