artículos, escritos y demás piezas perfectamente obviables perpetradas por Javier Armentia (@javierarmentia por algunas redes)
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Por último, un aspecto que merece un tratamiento aparte y con detalle es la cobertura que los medios de comunicación han dedicado al Año de la Ciencia. Cuando hagamos con suficiente perspectiva el análisis cualitativo de lo que ha supuesto el Año de la Ciencia habrá que tratar sin duda el papel desempeñado por los medios tradicionales. En buena parte se detecta ya que han aparecido nuevos y potentes circuitos de información a los que accede un público motivado e interesado y que funcionan al margen de estos medios convencionales. Por otra parte, es patente que el interés de los medios informativos por las ciencias está basado en la actualidad en dar las más variadas noticias sobre el último descubrimiento, los avances espectaculares que los investigadores publican en las revistas de referencia y las más variopintas curiosidades que genera el mundo de las ciencias, pero carece de la capacidad de reflexión, análisis y crítica que requieren la difusión de la cultura científica.Merece la pena ir leyendo los pdfs...
Esta tendencia no es más que el reflejo de la deriva y declive que estamos padeciendo en el mundo de la información. El mundo de las noticias está sometido a un fuerte terremoto. La forma habitual en que los ciudadanos y ciudadanas han accedido a la información –fundamentalmente: prensa de quiosco, radio y televisión– se ve sacudida por nuevas vías y soportes –webs, blogs, google/news y prensa gratuita– y por un gradual cambio de actitud del público respecto a la forma de consumir información y, en general, cultura. La utilización del verbo «consumir» en este contexto es plenamente deliberada porque refleja un profundo cambio de hábitos en nuestra sociedad, en la que el tradicional periodismo de intermediación entre los que saben y los que no saben está dando paso a simples proveedores de contenidos.
El epicentro del terremoto está muy lejos de la superficie por lo que no es muy aparente para el gran público, habitualmente y en su mayoría pasivo y con muy poco espíritu crítico en relación al mundo de la información y de la cultura. También hay que señalar que las tradicionales grandes empresas del mundo de la comunicación intentan minimizar al máximo lo que está ocurriendo, en buena parte porque no han sabido ver el cambio, primero tecnológico y luego social, que se venía encima y han reaccionado en su mayoría tarde y mal ante la revolución en marcha. Mientras la gallina de los huevos de oro llamada publicidad funcione, ¡para qué cambiar y adaptarse!, si se venden menos diarios se enmascaran las cifras con las ventas en bloque e intercambio publicitario y, sobre todo, se recurre al diario como soporte creciente para la venta de otros productos en forma de promociones. Una tendencia que comporta buenos beneficios económicos, pero muy alejada del objetivo que imperaba en busca de la fidelización de los compradores (ya no se les puede llamar lectores), como ocurría antes con el constante refuerzo de una buena oferta informativa tanto en la edición diaria como en los suplementos, una oferta que ahora se debilita día a día. Así, hemos pasado del modelo de diario con amplias opciones informativas y de calidad a un modelo de diario que podríamos denominar «diario-bazar».
2008-06-08 13:11 Enlace
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Hace mucho tiempo que no intervengo en su blog, más que nada por no importunar con mis críticas a quienes no gustan de leerlas, pero hoy he decidido hacer una excepción.
Como siempre, echando balones fuera (algunos son ya verdaderos expertos en el tema de buscar responsabilidades ajenas y obviar las propias). Está bien eso de apuntar sistemáticamente a los medios de información y/o comunicación como responsables (cabeza de turco) de la propia ineficacia a la hora de divulgar ciencia. Que la Ciencia no vende, que no llega al público... la culpa de los periodistas, por supuesto, y de las empresas para las que trabajan que, rara avis, buscan el beneficio económico (como si, por poner un ejemplo, los museos de la ciencia no hiciesen lo propio). Para qué vamos a hablar de quienes cobran y viven supuestamente de divulgarla sin saber como hacerlo (algo obvio, dado que ellos mismos reconocen el escaso eco que logran sus iniciativas) o, incluso, de quienes han convertido la divulgación científica en una especie de corralito endogámico, en el que se distribuyen los beneficios (igualico igualico que en el mundo del ladrillo) entre los amiguetes o incluso la propia familia (algo de lo que, tanto a Semir como a usted, les supongo informados). Resulta más rentable el apuntar siempre al otro como responsable de nuestros propios fracasos y limitaciones, ¿verdad? A propósito, referido ya al segundo tema que me interesa apuntar, ¿no se deberían contrastar las fuentes (incluso recurrir a la fuente original, siempre que es posible) antes de emitir una opinión o de sumarse tan alegremente a las opiniones ajenas? Le apunto este particular porque resulta obvio que ni usted, mi otrora estimado Pez, ni el responsable del post de Periodistas 21 se han leído la entrevista completa, publicada por El Correo, a la ministra Garmendia. Por si quiere corroborar que ese supuesto "olvido científico" de la ministra no es tal, aquí le dejo el siguiente enlace: http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/20080608/sociedad/mantener-humanidades-porque-necesitamos-20080608.html Pues nada, aprovecho para saludarle y desearle que ustedes lo divulguen bien; aunque sigan haciéndolo en ámbitos en los que dicha divulgación apenas obtiene repercusión social. Así, seguro que se pueden seguir asegurando el control del mercado, por lo menos hasta que se agote el presupuesto o la paciencia de un público ciertamente hastiado de encontrar siempre los mismos discursos, módulos, paneles, ponencias y falta de ideas. Saludos y que ustedes lo sigan divulgando así de bien (que la culpa, como es bien sabido, es siempre de los demás). |
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Hace mucho tiempo que no intervengo en su blog, más que nada por no importunar con mis críticas a quienes no gustan de leerlas, pero hoy he decidido hacer una excepción.
Como siempre, echando balones fuera (algunos son ya verdaderos expertos en el tema de buscar responsabilidades ajenas y obviar las propias). Está bien eso de apuntar sistemáticamente a los medios de información y/o comunicación como responsables (cabeza de turco) de la propia ineficacia a la hora de divulgar ciencia. Que la Ciencia no vende, que no llega al público... la culpa de los periodistas, por supuesto, y de las empresas para las que trabajan que, rara avis, buscan el beneficio económico (como si, por poner un ejemplo, los museos de la ciencia no hiciesen lo propio). Para qué vamos a hablar de quienes cobran y viven supuestamente de divulgarla sin saber como hacerlo (algo obvio, dado que ellos mismos reconocen el escaso eco que logran sus iniciativas) o, incluso, de quienes han convertido la divulgación científica en una especie de corralito endogámico, en el que se distribuyen los beneficios (igualico igualico que en el mundo del ladrillo) entre los amiguetes o incluso la propia familia (algo de lo que, tanto a Semir como a usted, les supongo informados). Resulta más rentable el apuntar siempre al otro como responsable de nuestros propios fracasos y limitaciones, ¿verdad? A propósito, referido ya al segundo tema que me interesa apuntar, ¿no se deberían contrastar las fuentes (incluso recurrir a la fuente original, siempre que es posible) antes de emitir una opinión o de sumarse tan alegremente a las opiniones ajenas? Le apunto este particular porque resulta obvio que ni usted, mi otrora estimado Pez, ni el responsable del post de Periodistas 21 se han leído la entrevista completa, publicada por El Correo, a la ministra Garmendia. Por si quiere corroborar que ese supuesto "olvido científico" de la ministra no es tal, aquí le dejo el siguiente enlace: http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/20080608/sociedad/mantener-humanidades-porque-necesitamos-20080608.html Pues nada, aprovecho para saludarle y desearle que ustedes lo divulguen bien; aunque sigan haciéndolo en ámbitos en los que dicha divulgación apenas obtiene repercusión social. Así, seguro que se pueden seguir asegurando el control del mercado, por lo menos hasta que se agote el presupuesto o la paciencia de un público ciertamente hastiado de encontrar siempre los mismos discursos, módulos, paneles, ponencias y falta de ideas. Saludos y que ustedes lo sigan divulgando así de bien (que la culpa, como es bien sabido, es siempre de los demás). |
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Hace mucho tiempo que no intervengo en su blog, más que nada por no importunar con mis críticas a quienes no gustan de leerlas, pero hoy he decidido hacer una excepción.
Como siempre, echando balones fuera (algunos son ya verdaderos expertos en el tema de buscar responsabilidades ajenas y obviar las propias). Está bien eso de apuntar sistemáticamente a los medios de información y/o comunicación como responsables (cabeza de turco) de la propia ineficacia a la hora de divulgar ciencia. Que la Ciencia no vende, que no llega al público... la culpa de los periodistas, por supuesto, y de las empresas para las que trabajan que, rara avis, buscan el beneficio económico (como si, por poner un ejemplo, los museos de la ciencia no hiciesen lo propio). Para qué vamos a hablar de quienes cobran y viven supuestamente de divulgarla sin saber como hacerlo (algo obvio, dado que ellos mismos reconocen el escaso eco que logran sus iniciativas) o, incluso, de quienes han convertido la divulgación científica en una especie de corralito endogámico, en el que se distribuyen los beneficios (igualico igualico que en el mundo del ladrillo) entre los amiguetes o incluso la propia familia (algo de lo que, tanto a Semir como a usted, les supongo informados). Resulta más rentable el apuntar siempre al otro como responsable de nuestros propios fracasos y limitaciones, ¿verdad? A propósito, referido ya al segundo tema que me interesa apuntar, ¿no se deberían contrastar las fuentes (incluso recurrir a la fuente original, siempre que es posible) antes de emitir una opinión o de sumarse tan alegremente a las opiniones ajenas? Le apunto este particular porque resulta obvio que ni usted, mi otrora estimado Pez, ni el responsable del post de Periodistas 21 se han leído la entrevista completa, publicada por El Correo, a la ministra Garmendia. Por si quiere corroborar que ese supuesto "olvido científico" de la ministra no es tal, aquí le dejo el siguiente enlace: http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/20080608/sociedad/mantener-humanidades-porque-necesitamos-20080608.html Pues nada, aprovecho para saludarle y desearle que ustedes lo divulguen bien; aunque sigan haciéndolo en ámbitos en los que dicha divulgación apenas obtiene repercusión social. Así, seguro que se pueden seguir asegurando el control del mercado, por lo menos hasta que se agote el presupuesto o la paciencia de un público ciertamente hastiado de encontrar siempre los mismos discursos, módulos, paneles, ponencias y falta de ideas. Saludos y que ustedes lo sigan divulgando así de bien (que la culpa, como es bien sabido, es siempre de los demás). |
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"Hace mucho tiempo que no intervengo en su blog, más que nada por no importunar con mis críticas a quienes no gustan de leerlas"
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Mal funcionamiento del sistema, colega, nada más.
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Verá Don.Criticón: no menos arbitrario y poco documentado queda su comentario de que de Semir esté "echando balones fuera". No es el caso, porque el autor es periodista, periodista científico para más inri, responsable además del proyecto de Barcelona Ciencia y demás, es decir una persona que ha participado estrechamente en todo lo que comenta. Siendo además representante español en diversos organismos europeos relacionados con la comunicación social de la ciencia... en fin, no sigo (le dejo el trabajo de contrastar las fuentes) |
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Parsa colmo, se ve que no ha tenido el detalle de leer el comentario editorial al completo, del que lo extractado aquí no era sino unos cuantos párrafos de la parte final del texto...
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Llegado el caso, ataque ad IP. Para la argumentación he dejado al experto. Saber reconocer el talento ajeno es un talento en si mismo. |