Inicio >
Historias > Una Sociedad Demasiado Ingenua (REDES#2)
2010-06-22
)
De vez en cuando voy a ir publicando artículos de opinión en la revista REDES para la Ciencia. Es uno de los proyectos asesorados desde Smartplanet, el conglomerado de Eduard Punset. La editora, Beatriz Barco, tuvo a bien invitarme para establecer una pequeña plataforma desde la crítica racional y el escepticismo. Con ese ánimo, en ese huequito de la revista (bueno, dos páginas que no es moco de pavo), iremos tratando alguno de los temas fantasmales que tanto éxito tienen en la población, que de manera tan acrítica se aceptan. Evidentemente, con escaso éxito de convocatoria, cosa que asumo desde hace tantos años que no tengo que aclarar que ni me caso con nadie ni desfalleceré en mis planteamientos. O sea, ese tipo de batalla en la que, pienso, debe estar cualquier persona de bien y más si públicamente apoya la ciencia o se dedica a la misma, a su comunicación, etcétera. No sé qué recorrido tendrá esta publicación que por el momento sólo se puede leer en papel (salvo las contribuciones de algunos colaboradores, como Carmen Pacheco, por ejemplo, que también las coloca en su blog. Otros colaboradores de algunos números en esa sección llamada REFLEXIONES son Albert Figueras o Adela Muñoz Páez). En cualquier caso resulta una revista de lectura agradable, y apuesta sobre todo por textos. Con gran presencia de la imagen de Punset, pero es evidente qué se vende con ella.
En el número 2, de abril de 2010 aparecía esta reflexión sobre los timos.
Imaginemos por un momento que se pudiera obtener una oscilación característica de un ser humano sano. De la misma forma en que una campana resuena en unas frecuencias determinadas, lo que le proporciona un timbre único, un verdadero carnet de identidad que es diferente de cualquier otra campana, los humanos resonaremos de cierta manera. Puede que si estamos enfermos, o si algo nos preocupa, esa frecuencia disminuya, ralentizada: un tono más grave y menos armónico. Desde luego, nada de lo que la medicina y la fisiología conoce del cuerpo humano permite pensar que somos campanas complejas, aunque hay toda una mística, del gusto de lo oriental pero no exclusivamente asiática, que imagina ese tipo de ondas rodeándonos y modificándose con el entorno, o con la enfermedad.
Si uno se cree un modelo así, podría pensar que colocándonos “algo” que recupere el tono natural del organismo sano podremos tener una terapéutica fantástica, capaz de restaurarnos el equilibrio energético. Ese amuleto será poseedor de unas vibraciones, o un magnetismo acaso, quizá de una energía propia y benéfica capaz de sanar, o al menos de ayudarnos a encontrar esa armonía de cuando estamos sanos y somos felices. Al igual que la primera idea es una pura especulación, la segunda entra de lleno en el pensamiento mágico de las analogías. Por ejemplo, podemos pensar en una pulsera cargada con magnetismo, o que contenga algún material con propiedades eléctricas (por ejemplo, el cuarzo, o la turmalina, bien conocidos en mineralogía, pero lo bastante exóticos como para servirnos para esta terapia energética). Podríamos rizar el rizo y emplear una holografía, como las que aparecen en las tarjetas de crédito, pero en estas pondremos una imagen y unas frecuencias que, según anunciaremos, son las de nuestro organismo.
En los últimos 30 años, en este país hemos visto pulseras con estos principios vendiéndose de forma masiva. A comienzos de los ochenta, una marca mallorquina llegó a vender más de millón y medio anualmente. Ahora, promocionadas por famosos deportistas, unas bandas de silicona con su holograma místico son el objeto más vendido por Internet. ¿Funcionan? Ni los campos magnéticos, ni los rayos infrarrojos o las frecuencias armónicas que afirman disipar tienen nada que ver con el mundo real. Pero con la sugestión del comprador son capaces de activar una fuerza mucho mayor de lo que solemos creer. Los médicos le llaman placebo, pero podemos entenderlo sencillamente como un efecto positivo que aparece cuando tenemos ciega confianza en que ese efecto aparecerá. La pulsera funciona como talismán, en un plano mágico que, sin embargo, no aparece nunca en la publicidad del producto, en donde por el contrario se habla siempre de supuestas pruebas científicas.
¿Por qué acudir a la ciencia cuando lo que se nos vende es simplemente magia? Vivimos en una sociedad paradójica, en la que vestimos a la ciencia -a menudo injustamente- de un poder y una admiración en cierto modo litúrgica. “Los científicos” tienen un poder que nos supera, y veneramos en cierto modo a los nuevos brujos, mientras precavidos miramos por si van a hacer alguna barbaridad. Pero está claro que para vender un producto, dotarlo del marchamo científico es un valor añadido. Si sumamos otra palabra mágica: “natural”, o lo anclamos en antiguas tradiciones orientales, tenemos los ingredientes perfectos de un producto que tendrá éxito comercial sin que nadie lo cuestione realmente.
Desde un punto de vista racional, sin embargo, tenemos a empresas que están vendiendo unos objetos de los que realizan unas afirmaciones que no son ciertas y de los que aseguran unos poderes que no tienen (o al menos son indistinguibles del placebo y la sugestión). En el lenguaje coloquial hablamos de timos. Son timos porque nos engañan en el qué y el cómo, y nos cobran un dinero con una promesa que no es cierta, por más que nosotros queramos que se cumpla y a veces consigamos la profecía autocumplida. Unas veces nos robará el dinero, en otras perderemos un tiempo que podría ser valioso, incluso hay casos en los que este tipo de timos nos quita la salud, y eso suena más grave aún.
Es curioso porque habitualmente encontramos evidente que un amuleto de una pata de conejo es solo eso, parte de una creencia, un ritual propiciatorio. No es tan fácil ver que las pulseras de balance de poder y demás son indistinguibles de esos talismanes. Si afirmo que la homeopatía, el psicoanálisis, el tarot, la astrología o los platillos volantes funcionan de una forma bastate similar, es casi seguro que muchos lectores fruncirán el ceño y se negarán a aceptarlo.
Sin embargo, existen muchos timos, aunque no siempre afirmen que nos van a sanar. Unas veces aseguran que pueden hacernos conocer el futuro, o entender mejor cómo somos o cómo actuamos. En otros casos, se convierten en milagros que rodean fenómenos religiosos, o creencias que unas veces tienen que ver con el más allá o con la vida extraterrestre. En todos estos casos conviene hacer un análisis racional, investigar qué es lo que nos cuentan y qué no nos dicen, dónde están los datos objetivos y dónde las afirmaciones sin demostración. Desde hace años, en la
Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico intentamos entender los mecanismos de estos timos, anunciarlos y, también, denunciar que son prácticas no del todo honradas, o directamente interesadas en tomarnos el pelo. Es una batalla intelectual por defender que la objetividad, la razón y la ciencia no se pueden abandonar a la primera de cambio simplemente porque queramos que algo sea cierto. En un mundo donde la ciencia es tan importante, no debemos aparcarla y caer en brazos de los timadores sin más. Por lo menos, sin una pulsera bien armonizada...
Javier Armentia (Vitoria, 1962) es astrofísico y dirige el Planetario de Pamplona. Como divulgador científico colabora con diversos medios de comunicación (especialmente prensa y radio) y pertenece a la junta directiva de la Asociación Española de Comunicación Científica. Dirige la colección ¡Vaya Timo! editada por Laetoli y la Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico, libros sobre temas en el límite entre la ciencia y la superchería.
2010-06-22 20:44 Enlace
Referencias (TrackBacks)
URL de trackback de esta historia http://javarm.blogalia.com//trackbacks/67183
Comentarios
1
|
De: Dani |
Fecha: 2010-06-22 21:37 |
|
Te leí en febrero y te releo ahora...la revista hay que comprarla porque está muy cuidada y da hasta gusto tocarla...el papel siempre será papel
|
2
|
De: Iván |
Fecha: 2010-06-22 21:55 |
|
Interesante y buena entrada para la primera intervencion.
Espero que la revista este un poco mejor asesorada o con algo de mas criterio que el programa para evitar algunos de los recientes y cada vez mas frecuentes patinazos de Punset cuando cuela misticismos en plena cosa cientifica.
O por lo menos que, los colaboradores tengais libertad suficiente para poder contrarrestar esas derivas esotericas sin aludir directamente a ninguna persona sensible, lo que es mostrar la otra cara de la informacion vamos.
Buena suerte con el proyecto.
|
3
|
De: gilman |
Fecha: 2010-06-23 17:04 |
|
Y ¿podemos fiarnos de lo que edita una revista patrocinada por un tipo que se cree, y defiende el timo de la homeopatía (http://blogs.elcorreo.com/magonia/2010/5/25/eduard-punset-apuesta-la-acupuntura-y-energia-qi-su#comments) ?
Por lo menos podríamos exigirle un poco de coherencia
|
4
|
De: Anónimo |
Fecha: 2010-06-23 18:03 |
|
Claro que no, gilman. El mismo grupo de comunicación que edita ese blog que menciona ponía dos páginas de promoción de la homeopatía en su cabecera vallisoletana hace dos días.
|
5
|
De: JRR |
Fecha: 2010-06-23 19:01 |
|
Coerencia, sí... Es lo que falta: coerencia citrica.
|
6
|
De: Yabba |
Fecha: 2010-06-23 22:38 |
|
Y también falta alguna hache intercalada, ya puestos :)
|
7
|
De: JRR |
Fecha: 2010-06-23 23:46 |
|
¡Ostia! Es berdad: tienes rason... Lo que ase el teqlado del ordenador, pardiez.
|
8
|
De: Anónimo |
Fecha: 2010-07-04 08:10 |
|
Se acabo criticar a Punset, que ahora me paga, eso es coherencia.
|
9
|
De: Punset |
Fecha: 2010-07-05 13:32 |
|
La pela es la pela, macho.
|
10
|
De: loist |
Fecha: 2010-07-06 03:52 |
|
Punset ahora es esceptico jajajajajaja
Que morro tienes Armentia. Te prefiero con Capa en El Castillo de las mentes prodigiosas...
|
11
|
De: Armentia y su morro |
Fecha: 2010-07-06 22:14 |
|
y yo prefiero follarme a tu puta madre. loist
|
portada | subir