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Historias > Resaca Galileana
2002-04-17
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Ayer, día 16 de abril, por la tarde, inauguramos el nuevo programa de planetario, "Galileo, Mensajero de las estrellas" en el Pamplonetario. En Coruña lo tenían ya montado desde mediados de noviembre, y ahora nos tocaba a nosotros sumergirnos en la vorágine. Creo que ha merecido la pena: cerca de doscientos amigos vinieron con nosotros a la première y casi todo funcionó bien.
Aparte del audiovisual "inmersivo", es decir, del programa de planetario, lo de audiovisual porque lo es, lo de inmersivo porque uno se mete en medio del hemisferio donde se proyectan las cosas, el proyecto se ha convertido en un libro que recoge el guión (a modo de díalogos teatrales), con anotaciones sobre muchos de los temas que fueron cayendo dentro, y con algunos artículos que permiten comprender mejor lo que contábamos.
Y aquí se ha convertido también en una exposición sobre el programa, sobre Galileo, con réplicas de instrumentos astronómicos y musicales: desde el anteojo de Galileo a un astrolabio náutico pasando por una viola tenor renacentista. Además, uno puede ver cómo se generan esas imágenes panorámicas o hemisféricas que llenan la cúpula. Además, uno se puede meter dentro de una proyección de la iglesia del convento de Sta. María Sopra Minerva, que está normalmente en Roma (y cabe pensar que sigue ahí a estas horas incluso a pesar de la manifa antiberlusconiana de ayer). Bueno, no es una proyección: es una cúpula física compuesta de cincuenta y pico triángulos que conforman una distribución entre pentágonos y exágonos similar a la de un balón de fútbol y al diseño del arquitecto Buckminster-Fuller, similar por tanto a la estructura del C60, el fullereno ese. En su parte interior, cada triángulo reproduce un pequeño trocito de lo que uno vería desde la nave central de la iglesia, y todos juntos crean la sensación de estar dentro de ella. Así uno puede, si quiere, ponerse de rodillas y leer la abjuración.
Yo, Galileo Galilei, hijo del difunto florentino Vincenzo Galilei, de setenta años de edad, comparecido personalmente en juicio ante este tribunal, y puesto de rodillas ante vosotros, los Eminentísimos y Reverendísimos Señores Cardenales Inquisidores generales de la República cristiana universal, respecto de materias de herejía, con la vista puesta en los Santos Evangelios, que tengo en mis manos, declaro que yo siempre he creído y creo ahora y que con la ayuda de Dios continuaré creyendo en lo sucesivo todo cuanto la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana cree, predica y enseña.
Mas, por cuanto este Santo Oficio ha mandado judicialmente que abandone la falsa opinión que he sostenido de que el Sol está en el centro del universo e inmóvil y que la Tierra no está en el centro del mismo y se mueve; y que no profese, defienda ni, de cualquier manera que sea, enseñe ni de palabra ni por escrito dicha doctrina, y tras recibir la notificación de que la mencionada doctrina es contraria a las Sagradas Escrituras, yo escribí e hice que se imprimiese un libro sobre la ya condenada doctrina, aportando argumentos de gran eficacia a su favor sin llegar a solución alguna. Y por ello he sido vehementemente juzgado sospechoso de herejía, es decir, por haber sostenido que el Sol es el centro inmóvil del universo y que la Tierra no es dicho centro y se mueve
En consecuencia, deseando remover de la mente de Vuestras Eminencias y de todos los cristianos católicos esa vehemente sospecha legítimamente concebida contra mí, con sinceridad y de corazón, y con fe no fingida abjuro, maldigo y detesto los arriba mencionados errores y herejías, y en general cualesquiera otros errores y sectas contrarios a la Santa Iglesia Católica. Y juro en el futuro nunca más decir ni afirmar de palabra ni por escrito cosa alguna que pueda despertar semejante sospecha contra mí; antes por el contrario juro denunciar cualquier hereje o persona sospechosa de herejía, de quien tenga yo noticia, a este Santo Oficio.
Mas en el caso de obrar yo en oposición con mis promesas y juramentos, lo que Dios no permita, me someto desde ahora a todas las penas y castigos decretados y promulgados contra los delincuentes de esta clase por los Sagrados Cánones y otras constituciones generales y disposiciones particulares. Así me ayude Dios y los Santos Evangelios sobre los cuales tengo extendidas las manos.
Yo, Galileo Galilei, arriba mencionado, juro, prometo y me obligo en el modo y forma que acabo de decir, y en fe de estos mis compromisos, firmo de propio puño y letra esta mi abjuración que he recitado palabra por palabra.
En Roma, en el Convento de Minerva, a 22 de junio de 1633.
Yo, Galileo Galilei, he abjurado como queda dicho, por propia voluntad.
(En nuestro programa de planetario, la abjuración tiene un fondo musical, la misa de difuntos de Tomás Luis de Victoria sonando a grito pelado:
Libera me domine, de morte aeterna,
In die illa tremenda
Quando coeli movendi sunt et terra
Dum veneris judicare saeculum per ignem.)
2002-04-17 09:14 Enlace
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Comentarios
1
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De: lgs |
Fecha: 2002-04-17 10:28 |
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Pez: gracias por poner ese texto. Es terriblemente ilustrativo.
Una preguntita: ¿será verdad que al salir dijo aquello de y sin embargo, se mueve?
De ser así, el "sin embargo" se refiere a tamaña parrafada, que supongo le fue necesaria para salvar la vida frente a el acoso fascista.
Y pensar que a un "modelno", hoy en día, puede bastarle terminar una discusión con un "pos fale, tú mismo" ...
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2
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De: El Pez |
Fecha: 2002-04-17 11:39 |
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De nada... la "abjuración" de Galileo es un texto que debería ser leído y releído un poco por todo el mundo, para darnos cuenta de lo que tuvo que ser ese comerse sapos y culebras ante la clara amenaza de morir.
Me imagino arrodillado ante el alto tribunal de la inquisición, en medio de la nave central de la Sopra Minerva, viejísimo y derrotado, leyendo ese texto sacando fuerza de la rabia, sabiendo lo que estás diciendo y a lo que te compromete... Por mucho que Galileo le echara cojones, por mucho que realmente todos desearíamos que en ese momento, acaso bajando la voz añadiera "...y sin embargo se mueve", no, no creo que fuera así. Que posteriormente lo dijera, que posteriormente otros crearan la historia, cabe pensarlo. Pero se me hace muy difícil pensar que en ese momento terrible, pronunciara eso.
Claro, que no estuve allí...
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