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Inicio > Historias > El Hombre Del Transistor (John R. Pierce, 1910-2002)
2002-04-17
)

El Hombre Del Transistor (John R. Pierce, 1910-2002)
2002-04-17


El Hombre Que Dio Nombre Al Transistor
(John R. Pierce, 1910-2002)
Javier Armentia
Publicado en EL CORRERO, suplemento Territorios, ciencia y futuro

El pasado 2 de abril, a los 92 años de edad, murió John R. Pierce. Posiblemente un nombre que no resulta conocido para el gran público pero que, por el contrario, es responsable en parte de que podamos referirnos hoy día a eso de ser �conocido por el gran público�. Vivimos en la era de la información, de las telecomunicaciones, y aunque nos pueda parecer que esto era así desde hace mucho, lo cierto es que todo ese despliegue se gestó hace solamente unos cincuenta años, de la mano de una serie de científicos y tecnólogos que sentaron las bases de la microelectrónica, las comunicaciones por satélite o el mundo digital. Entre ellos, destaca John Robinson Pierce, nacido en Des Moines (Iowa, EEUU) en 1910.

En 1947, en los laboratorios Bell, uno de los centros de investigación más avanzados del momento perteneciente a la principal compañía telefónica estadounidense, se trabajaba sobre la capacidad de algunos compuestos de silicio de amplificar la corriente eléctrica. El desarrollo de dispositivos como la radio había sido posible en años anteriores gracias a la amplificación de corrientes y señales (flujos de electrones) que se conseguían con cristales y, sobre todo, tubos de vacío. Los problemas era, sin embargo, muchos: por un lado el gran tamaño que tenían todos esos aparatos, por otro, la duración de sus elementos y su fiabilidad. Muchos recuerdan los enormes aparatos de radio, mayores que las televisiones convencionales actuales, un buen ejemplo de la electrónica antes de 1947.

Las propiedades de algunas sustancias de poder realizar desplazamientos de electrones a lo largo de su superficie, los semiconductores, condujo a la posibilidad de usar estas propiedades para encontrar amplificadores más pequeños, más estables y, también, más baratos. Esto se consiguió a mediados de diciembre de 1947 y los responsables de esos experimentos pioneros, John Bardeen, William Shockley y Walter Brattain fueron reconocidos en 1956 con el Premio Nobel de Física por su descubrimiento. Lo cierto es que hasta 1949 no tuvo un nombre propio. Y fue Pierce, que colaboraba en esos mismos laboratorios con Brattain, el responsable del nombre del nuevo elemento amplificador: el transistor, partiendo de la propiedad del instrumento de �transresistencia�. El nombre tuvo éxito y de hecho, transistor ha pasado a ser una palabra de uso común, normalmente asociada a las radios que usan transistores, comercializadas desde mediados de los años cincuenta, que eran mucho más pequeñas, mejores y más baratas. Esos �transistores� son sólo un ejemplo de cómo esta tecnología comenzó a cambiar el mundo. Actualmente tenemos transistores virtualmente en todos los aparatos que usamos, del reloj de pulsera al ordenador, de la televisión al móvil, de la lavadora al coche.

Realmente, la labor de Pierce en los laboratorios Bell iba por otro lado, donde también su labor cambió el mundo. Experto en ingeniería, había comenzado a trabajar allí en 1937, justo después de graduarse en el Instituto Tecnológico de California. Desde el comienzo, algo que todos sus colegas le reconocieron, supo tener una capacidad imaginadora sorprendente. Se cuenta cómo aparecía por los despachos haciendo alguna pregunta que había meditado durante la noche, y todo el mundo se echaba a temblar... porque habría que trabajar sobre ella hasta conseguir darle una respuesta adecuada.

Lector ávido, y aficionado a la ciencia ficción (a la que también se dedicó con el pseudónimo de J.J. Coupling, un curioso nombre que viene de la mecánica cuántica) recogió la idea de 1945 del escritor británico Arthur C. Clarke de utilizar el espacio para facilitar las telecomunicaciones. En 1952 propuso a la compañía Bell un despliegue de satélites en órbita que permitirían intercomunicar puntos muy distantes, creando una completa red de telecomunicaciones globales. Fruto de su idea, el primer satélite de telecomunicaciones, el Telstar-1, se ponía en órbita a mediados de 1962. El propio Clarke reconocía de Pierce que �supo diseñar, desarrollar y producir (los satélites), haciendo real aquello que otros y yo creamos sólo para escribir y soñar sobre ello�. La primera retransmisión de televisión intercontinental se realizó ese mismo año, usando las tecnologías de Pierce a bordo del Telstar-1.

El mundo de la telefonía también debe a Pierce sus ideas sobre sistemas de transmisión de datos, dentro de lo que hoy se conoce como �teoría de la información�, estructurada en aquella época por Claude Shannon, fallecido también recientemente. Era un apasionado de los cálculos, de pensar �¿qué sucedería si...?� y convertirlo en fórmulas, tablas de datos o incluso nuevos aparatos. Sus contribuciones abarcan desde el diseño de cañones electrónicos (fundamentales para la televisión, pero también para los actuales aceleradores de partículas con que los físicos desentrañan la estructura de la materia) hasta los sintetizadores musicales.

Fue director ejecutivo de los laboratorios Bell durante los años 60 y 70 y posteriormente pasó a la Universidad de Stanford y al Instituto Tecnológico de California, llegando a ser jefe científico del Laboratorio de Propulsión a Chorro de Pasadena, donde la NASA desarrolla las misiones de exploración planetarias.

Escribió sobre estadística, audición y habla, electrónica, radio o psicología. Veinte libros, más de trescientos artículos y nueve patentes que ponen de manifiesto lo prolífico de este hombre que supo hacerse preguntas, y conseguir respuestas que han ido cambiando el mundo.

Los Sonidos De La Música
Una de las muchas facetas de este hombre de la ciencia y la tecnología fue la divulgación científica, y en concreto la aplicación a la vida cotidiana, al mundo de la cultura, de los resultados de las nuevas tecnologías. Pierce fue una de las primeras personas que exploró las posibilidades de sintetizar sonidos a partir de herramientas electrónicas.

Desde finales de los años 40, Pierce se había encargado de las investigaciones sobre la voz y la audición dentro de los laboratorios Bell. Pierce contaba que en aquellos años �se sabía poco sobre este maravilloso mundo del sonido�. Él fue el responsable de que se supiera más, ahondando no solamente en la física y la matemática, sino también en la psicoacústica, la ciencia que estudia la forma en que percibimos el sonido y por qué lo hacemos así.

Resultado de sus trabajos, Pierce publicó en 1983 un delicioso libro titulado �Los sonidos de la Música� (Prensa Científica, Biblioteca Scientific Américan) que hoy sigue siendo usado como introducción en numerosos centros de estudios musicales.

2002-04-17 10:14 Enlace

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Comentarios

1
De: Fernando Fecha: 2002-04-19 09:32

No basta con soñar las cosas que pueden suceder. Hay que hacer. Y este señor es un vivo ejemplo.
Nosotros tambien soñamos, pero solo somos espectadores de nuestros sueños.
Estoy deseando empezar a hacer...
Saludos, Javier.

PD.- Desde hace tiempo te sigo en los medios (la radio, la prensa) y tu labor me parece muy interesante. Ánimo.



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