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Historias > La Sopa Primordial (Cumple 50 Años)
2003-05-08
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(Territorios, Ciencia-Futuro, El Correo, miércoles 7 de mayo de 2003)
En otoño de 1952, un estudiante de posgrado en la Universidad de Chicago, que trabajaba en el laboratorio del biólog Harold Urey comenzó a diseñar un experimento que unos meses después, cuando se publicaban sus resultados en la revista Science del 15 de mayo de 1953, hace ahora 50 años, se convertiría en un verdadero paradigma de la investigación sobre el origen de la vida en nuestro planeta. Stanley Miller, ahora catedrático emérito de la Universidad de California en San Diego, opina que posiblemente ese experimento se hizo porque era un joven alocado, que se animó a meterse a hacer algo que ni siquiera sus jefes pensaban que iba a funcionar.
La idea era crear una especie de sopa primordial dentro de una redoma, que contuviera los elementos que podrían encontrarse fácilmente en los océanos y la atmósfera primigenia de la Tierra hace unos 4.000 millones de años, antes de que aparecieran los primeros seres vivos. ¿Qué reacciones químicas sucedían entonces? ¿Qué se podría producir? Su profesor, Urey, estimaba que al comienzo de la historia de nuestro planeta la atmósfera tenía metano, amoniaco, hidrógeno y vapor de agua, principalmente, una idea que, de forma paralela aunque un poco antes, otros dos científicos, por un lado el ruso Aleksandr Oparin y por otro el británico J.B.S. Haldane también habían propuesto, igualmente preocupados por las condiciones anteriores a la aparición de la vida (prebióticas).
Miller tenía así los ingredientes: en su fanal puso agua que calentó para que se creara vapor de agua, e introdujo los gases necesarios. Mediante unos electrodos esa reproducción mínima y estanca de una Tierra antigua obtenía energía, simulando posibles rayos, para que se pudieran producir reacciones químicas entre los compuestos presentes. Y así fue: tras una semana de funcionamiento, Miller y Urey comprobaron que una quinta parte del carbono que estaba presente en el metano se había empleado para formar compuestos orgánicos y en total un 2% ahora formaba aminoácidos, moléculas que son las constituyentes de las proteínas y de la química de la vida. Así, partiendo de compuestos sencillos y con un aporte de energía, se daban reacciones que formaban moléculas relativamente complejas, las necesarias para la vida.
Ese año de 1953 era precisamente en el que Watson y Crick habían descifrado la estructura del DNA, y la bioquímica estaba viviendo un desarrollo sorprendente, entendiéndose más la química subyacente a los procesos que son característicos de los seres vivos. Esa "sopa primordial" de Miller venía a crear un puente hasta el momento inexistente entre un mundo recién creado y el estallido, unos pocos cientos de millones de años después, de la vida en él.
Ciertamente los científicos no trabajaban desde cero: había un razonable convencimiento de que la aparición de la vida en la Tierra podría explicarse a partir de los propios elementos de nuestro planeta, formado hace unos cuatro mil quinientos millones de años a la vez que los otros planetas del sistema Solar. Aunque aún entonces había una opinión de que un ser vivo no podría nacer sin una intervención externa (divina, por ejemplo, como algunos siguen creyendo aún hoy), la historia de la química había ido mostrando que podría ser mucho más sencillo, sin necesidad de invocar factores sobrenaturales.
Ya en 1828, cuando el químico alemán Friedrich Wöhler sintetizó la urea a partir de compuestos químicos que no procedían de seres vivos, se comenzó comprobar que la química de los procesos vivos no era diferente del resto de la química. La urea era una sustancia biológica, pero se sintetizaba de ingredientes "muertos". En aquella época, Wöhler fue muy contestado, pero poco a poco otros químicos fueron comprobando que ninguna de las sustancias orgánicas eran en el fondo diferentes a las inorgánicas, y se podía pasar de una a otra indistintamente.
Esa distinción entre orgánico e inorgánico fue poco a poco pasando a la historia, aunque no fue hasta los años 50, cuando se cerraba el cerco bioquímico a los procesos bióticos, y con el experimento de Miller que marcaba posibles vías para la evolución prebiótica de nuestro planeta, cuando realmente los biólogos pudieron contar con un mapa general, aunque incompleto, de cómo había sucedido algo así en la Tierra. Y abriendo, evidentemente, la vía a especular que todo esto no tendría por qué ser único de nuestro planeta, sino que la vida podría ser un proceso que existiera en otros lugares.
Nacía por lo tanto una disciplina conocida desde esos años como "exobiología", un término que en el último decenio ha caído en desuso frente al de "astrobiología", aunque se refieren en general a los estudios sobre la vida, su aparición y desarrollo, las condiciones necesarias y suficientes para que suceda, tanto en nuestro mundo como en otros.
En cualquier caso, la controversia sobre esa posibilidad de "aparición espontánea" de la vida no se cerraba con el experimento de Miller. Ni con otros posteriores, como los del bioquímico catalán Joan Oró en 1962 en los que de manera similar a la sopa prebiótica de Miller, pero utilizando otros compuestos, consiguió obtener no sólo aminoácidos sino bases de nucleótidos como la adenina, que son los ladrillos que componen el material genético.
Hecho En Casa O Traído De Fuera
Aunque la línea abierta hace cincuenta años por el experimento de Miller parece indicar que con los elementos presentes en la Tierra el origen de la vida sería posible, no todos los científicos piensan así. Panspermia es el término con que se agrupan diversas teorías que proponen que aunque en nuestro planeta se habrían formado de manera natural muchos compuestos orgánicos, sólo en el espacio se dan las condiciones suficientes de aporte energético como para crear ciertos ingredientes básicos para la vida. La vida habría por lo tanto nacido en el medio interplanetario, o interestelar, y llegado a la Tierra posiblemente en forma de esporas montadas en cometas o meteoritos. Ciertamente, las pruebas de estas teorías panspérmicas son demasiado circunstanciales como para ser aceptadas, aparte de que algunas exageraciones por parte de sus proponentes (como que las pandemias de gripe vienen de virus que llegan montados en cometas, como afirmaba Fred Hoyle y sus colegas) han desvirtuado esta idea.
En un sentido mucho menos extremo sí se cree que el aporte de ciertos materiales relativamente comunes en los cometas puede ser importante: por ejemplo, el agua, que al menos en parte vino aportada por este tipo de impactos, muy frecuentes en la época de formación de los planetas; o los propios impactos meteóricos, que facilitaron la formación de la primera atmósfera terrestre.
2003-05-08 09:16 Enlace
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Comentarios
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De: Anónimo |
Fecha: 2006-11-01 20:27 |
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hola
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De: Suminona |
Fecha: 2006-11-01 20:56 |
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Hola, pasa pero no cierres la puerta.
Acomódate, hay dátiles a la izquierda.
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De: Anónima |
Fecha: 2006-11-01 22:47 |
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El Pez:
Este artículo es anterior a mi "caida" en esto de los blogs y no lo había leido, pero me ha gustado saber de donde vienen los primeros estudios de la sopa prebiótica. Está bien esto de loa post que resurgen por comentarios dispersos :)
Es un tema del que no sé gran cosa pero que me parece muy interesante. De resultas de unos comentarios míos donde el Paleofreak, BioMaxi escribió El puchero prebiótico y luego continuó la saga con Let's get started y con Agitando la sopa prebiótica.
Dejo los enlaces por si alguien le interesa más información sobre el tema.
Suminona:
Vale que comentas mucho por aquí, pero nunca pensé que te sintieras tan en tu casa como para hacer de anfitrión ;-)
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De: jessica |
Fecha: 2007-05-12 22:36 |
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mira
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De: nco |
Fecha: 2010-04-19 19:59 |
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see see ya lo savia amisatas
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De: nco |
Fecha: 2010-04-19 19:59 |
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see see ya lo savia amisatas
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Success is not final, failure is not fatal: it is the courage to continue that counts.' By Winston Churchill
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