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Historias > Una de Perseidas 2024
2024-08-20
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Ya saben que cada año, cuando llegan las fugaces de agosto, las lágrimas de San Lorenzo como siempre recuerdan los medios de comunicación, la gente del mundo de la astronomía nos visibilizamos y de repente todo el mundo quiere preguntarnos cosas.
Sobre lo que son las Perseidas, el origen de estas estrellas fugaces, de cometas, de dómo observarlas… hasta de los deseos que se pueden o no pedir. A esto de los deseos comento que me encanta pensar que hubo tiempos en los que la gente decía que una estrella fugaz era el trazo luminoso de un ángel que bajaba a la tierra a hacer algún recado divino, y que por eso se le pedía un deseo a ver si sacaba tiempo o tenía un momentito para eso.
Suelo añadir que realmente la moda se hizo mundial gracias al Pinocho de Disney y a la canción escrita por Leigh Harline y Ned Washington que cantó Cliff Edwards como Pepito Grillo (Jiminy Cricket),
“When you wish upon a Star”.
Hay tanta gente que a lo largo de los años hemos hablado de casi cualquier tema relacionado con las Perseidas que parece que ya está todo dicho. Sin embargo, la gente quiere seguir escuchando eso de los trocitos del cometa 109/P Swift-Tuttle que nos llevamos por delante en nuestra revolución solar cada verano. Y los medios, por aquello de que agosto tiene un nivel informativo algo menor (algo, ya no tanto como los buenos tiempos de las serpientes del lago Ness), siempre requieren algún dato.
Así que cualquier instituto astronómico, agencia espacial, planetario o agrupación aprovecha para colocar un poquito de astronomía al comienzo de la canícula (Nota: otro término astronómico, por cierto, pero eso es otra historia que está por otro lado).
Este año me preguntaba mientras recopilaba algunas trivialidades para hablar con los medios y la sesión especial del Planetario de Pamplona sobre cuándo se comenzó a hablar de Perseidas y quiénes asociaron por vez primera las estrellas fugaces a polvo cometario (o asteroidal). Y resulta que fueron un puñado de astrónomos de todo el mundo, en un trabajo en equipo y además muy de su tiempo, principalmente en el decenio de los años 30 del siglo XIX. Una colaboración profesional y amateur pionera que plantó las bases para el estudio de las corrientes de meteoros, las lluvias anuales y muchas otras cosas de esta ciencia que había sido en cualquier caso despreciada pensando que eran fenómenos menores y perecederos de nuestra atmósfera. Hasta que alguien encontró orden y razón a partir de la observación.
La historia tenía sus curiosidades y entroncaba con ese momento triunfal de la ciencia que ponía números y matemáticas y física allí donde antes solamente había leyenda o tradición. Uno de los que mejor personifican ese momento es Adolphe Quetelet (o Quételet a veces), un matemático y astrónomo empeñado en medir y contar para explicar un mundo aparentemente casual: suicidios o estrellas fugaces, como cuentan sus biógrafos. Quien fue el primero en predecir un máximo de las Perseidas.
Luego hubo astrónomos aficionados como Swift y Tuttle que encontraron un nuevo cometa en el cielo. Y más tarde un astrónomo que la historia recuerda más por la ensoñación de ver canales en Marte, pero que estableció la conexión necesaria entre las Perseidas y el centésimo noveno de los cometas periódicos.
La historia se la mandé a THE CONVERSATION, porque un medio así tiene ese tono más pausado y de referencia tranquila que le iba bien a Quetelet. Lo publicaron aquí:
“Por qué estudiamos las Perseidas, las estrellas fugaces más famosas”. Les dejo ir al artículo porque así entenderán lo que cuento a partir de ahora.
La publicación de TC se recogió en diversos medios, en primer lugar en ElDiario.es y algunos otros, algún blog… (algo más de 4000 lectores dicen las estadísticas de TC). Y recibí algún comentario de gente que lo había leído. Pues bien, yo encantado. Pero la cosa es que unos días después, en un programa de entretenimiento o humor que hay en La Sexta TV, “Zapeando”, esto del origen del estudio de las Perseidas fue fusilado por los guionistas para hacer una sección graciosilla. Que no pensaba yo que tuviera demasiados aspectos risibles (bueno, como Quetelet fue uno de los primeros en crear el índice de masa corporal eso le permitía a Miki Nadal hacer una gracieta sobre su peso). Pero ahí lo metieron el 9 de agosto. En la noticia que está en la web del programa:
“Quique Peinado comparte varios consejos para disfrutar al máximo de la la lluvia de perseidas”, explican algunos aspectos de mi historia en TC poniendo como fuentes a gente del programa, como Graciela Álvarez Lobo, Isabel Forner o Mónica Cruz, que aparecen citadas con su nombre aportando cosas que han copiado directamente de mí y de The Conversation, pero nosotros no somos citados.
No digo que me sorprenda, pero vamos, tampoco costaba tanto citar la fuente. No comento más porque tampoco merece la pena: depredar es una actividad totalmente televisiva y para qué sorprendernos a estas alturas de siglo. Sí quiero hacer notar, en cualquier caso, que puedo apuntarme un hecho curioso: que un artículo de divulgación científica se convierta, tal cual, en materia de guión humorístico, no es tan habitual. Releyendo el texto que publicaron en The Conversation la verdad es que puede tener esa lectura un poco más ligera. En eso, yo encantado de este préstamo no reconocido tan curioso.
2024-08-20 11:11 Enlace
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