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2003-05-21
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Territorios, Ciencia-Futuro, El Correo, miércoles 14 de mayo de 2003
Según un estudio recientemente publicado en la revista inglesa
Nature el ritmo de desaparición de los peces debido a la pesca industrial es tan rápido que no hay forma de dar oportunidad a la naturaleza para que se recupere: hoy sólo queda un 10% de los grandes peces pelágicos que existían hace sólo medio siglo. Más aún: la relación con la pesca es directa, por más que similares alarmas que se venían haciendo desde hace años fueran desechadas, principalmente por los países con mayor actividad pesquera, como estudios sin adecuadas pruebas científicas. Se solía argumentar por su parte que, a pesar de que algunos caladeros habían quedado esquilmados, al trasladar la pesca a otros y dejarlos tranquilos se propiciaba su recuperación al cabo de unos pocos años. De esta manera, se afirmaba, siempre se podía mantener un ritmo creciente de capturas.
Pero tal razonamiento es falaz: las reservas piscícolas del planeta no son ilimitadas, y ya hemos acabado con nueve de cada diez atunes, peces espada, bacalaos o meros del planeta. Un equipo de ecólogos canadiense, dirigido por los profesores
Ransom Myers y Boris Worm, del departamento de Biología de la Universidad Dalhousie, en Halifax (Canadá) ha recogido los datos de capturas declaradas desde 1950, obtenidos de los propios pescadores y, a lo largo de diez años, han conseguido establecer un mapa global de cómo se han ido reduciendo las capturas. La imagen es abrumadora: la pesca indiscriminada, que desde los años cincuenta se convirtió en una verdadera industria extractora, dotada de potentes barcos-factoría, es capaz de esquilmar un 80% de los peces de mayor tamaño de un caladero (los más preciados) en sólo quince años.
Advertencias similares se venían haciendo desde los primeros trabajos de análisis globalizado que incorporaban modelos dinámicos de los ecosistemas marinos, y que permitían comenzar a evaluar el efecto de la pesca, publicados en 1995 por Pauly y Christensen. Pero los avisos eran anteriores: centros de investigación como el
WorldFish Center, creado con un fondo de la Fundación Rockefeller en 1975, han ido alertando de lo que sucedería de no tomar medidas rápidas. Aproximadamente mil millones de personas utilizan el pescado como principal fuente de proteína animal, una población que en parte está en el Tercer Mundo, que aumenta en casi cien millones de personas anualmente. La industria pesquera da de comer, por otro lado, a ciento cincuenta millones de personas. En la última cumbre mundial sobre desarrollo sostenible, celebrada en agosto del pasado año en Johannesburgo, varios puntos de la
declaración final (29 a 32) hacían mención expresa a la necesidad de conservar los ecosistemas marinos y asegurar un desarrollo sostenible a las naciones menos desarrolladas que dependen de su utilización, protegiendo la biodiversidad, y estableciendo el 2015 como año límite para tener acuerdos globales que racionalicen la pesca. Sin embargo, ni este acuerdo final fue suscrito por todos los países, ni lo fueron las anteriores declaraciones relativas al mismo asunto: desde la Ley del Mar (1982) a la declaración de Reykiavik sobre "pesca responsable" y su código o el Mandato de Yakarta, ambos de 1995.
El
Pew Fellows Program de conservación marina, un programa de becas internacional establecido en 1989, está movilizando a los más importantes biólogos marinos y ecólogos de todo el mundo (en nuestro país el manifiesto está suscrito por Alex Aguilar, de la Universidad de Barcelona) en un llamamiento a la acción inmediata. El estudio de Myers y Worm pone de manifiesto que sólo invirtiendo rápidamente la tendencia depredadora se podría conseguir evitar la extinción de los peces mayores. ¿Cómo puede ser esta actuación? Evidentemente, ha de partir de una serie de decisiones de los estados y de las grandes empresas pesqueras de carácter internacional (como las japonesas o rusas), eliminando las ayudas a las prácticas pesqueras que no aseguren sostenibilidad de los ecosistemas que utilizan, y controlando que toda actividad pesquera cumpla las regulaciones internacionales. Paralelamente, se deberá propiciar un análisis continuo de la situación real, para poder establecer los modelos de futuro: lo triste del estado actual de la cuestión es que nadie sabe exactamente si ya es demasiado tarde, o aún hay tiempo, o qué moratorias y a qué ritmo se deberá dar la disminución de la actividad industrial pesquera para conseguir salvar lo que ya corre peligro de extinción.
Una pregunta importante que surge del estudio de Myers y Worm es por qué no se había puesto de manifiesto este rápido decrecimiento de las especies de utilidad económica. Los propios autores han declarado que conseguir los datos de la industria fue una labor compleja y difícil, porque se mostraban reacios a participar en estos estudios. El fuerte desarrollo del sector industrial de los últimos veinte años, sin embargo, ya mostraba que algo estaba sucediendo: las capturas disminuyen y las áreas de explotación se estaban aumentando continuamente (lo que además significa mayores inversiones en barcos y materiales, y más gastos de personal para obtener los mismos beneficios). Evidentemente, si donde antes se capturaban diez atunes ahora sólo se consigue uno, las cuentas están claras. Incluso las cifras obtenidas están marcando un máximo posiblemente optimista del estado real de la situación: podría ser algo peor incluso.
Depredadores O Cultivadores
Incluso las medidas propuestas por la Cumbre de Johannesburgo pueden llegar a ser insuficientes y en el futuro deberemos asumir que la actividad pesquera habrá de ir desapareciendo hasta quedarse en poco más que una actividad deportiva, como ha sucedido con la caza. El uso que hacemos del mar es casi exclusivamente depredador y las infraestructuras y técnicas más eficientes, y el tamaño de la actividad pesquera, han permitido una mayor capacidad de captura. Pero los recursos son, aunque a menudo lo olvidemos, siempre limitados y sujetos a equilibrios que fácilmente se dañan irreparablemente.
Los expertos consideran que la única alternativa realmente viable de futuro será la desaparición de la pesca para dar paso a un desarrollo de la piscicultura capaz de proporcionar proteína marina a, al menos, una sexta parte de la población mundial. Pero la acuicultura es aún un campo en desarrollo que todavía, proporcionalmente, es testimonial. Por otro lado, se trata de una actividad que aún tiene que desarrollar estructuras sostenibles, especialmente en países subdesarrollados.
2003-05-21 19:23 Enlace
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Comentarios
1
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De: JJ |
Fecha: 2003-05-21 19:37 |
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Muy interesante, Pez. Harían falta más artículos como este, para que la gente se concienciara del problema.
Y hace un año: semen y Gould...
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De: ElPez |
Fecha: 2003-05-21 19:40 |
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Pozí JJ... además, justo acababa de mirar lo que había pasado hace un año. Caray cómo pasa el tiempo, ya hace tanto tiempo que murió el Gould. Y, por otro lado, veo que nadie me resolvió la duda del sabor de esos fluidos... qué cosas.
(Gracias, por cierto, que la herramienta funciona la mar de bien).
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3
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De: Epaminondas Pantulis |
Fecha: 2003-05-21 19:45 |
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¡ElPez, siempre barriendo para casa! :-) ¡A ver cuándo defiendes a los ornitorrincos!
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4
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De: JJ |
Fecha: 2003-05-21 19:52 |
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Mucho cuidado! A mis ornitorrincos, ni mentarlos!
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De: Algernon |
Fecha: 2003-05-21 19:55 |
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¡Eso! Es propiedad intelectual de JJ xD
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De: Vendell |
Fecha: 2003-05-22 06:12 |
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Un amigo me dice que comer rape es como comer tigre. Mientras mastica, levanta el tenedor y pregunta, ¿tío, sabes cuántos herbívoros hay que darle de comer a un tigre hasta que llega a tu plato? Pues lo mismo con el rape.
Lo de los tiburones es peor, porque los últimos estudios certifican que muchas de estas especies de lento crecimiento han superado el umbral de recuperación: a medida que descienden las poblaciones resulta más difícil que los machos se encuentren con las hembras.
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7
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De: El último |
Fecha: 2003-05-22 06:51 |
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Pez, nos cuentas que se gastan muchos dineros en averiguar lo obvio. El banco, estrategia de supervivencia de gran eficacia contra depredadores naturales, se convierte en ruina frente al súper animal que se les echa encima. Se les ha declarado especies de utilidad económica y de aquí, hasta que dejen de serlo, solo media el tiempo necesario.
Consecuentemente, los 150 millones que comen mono pescado están muy preocupados, los unos por las especies y los otros por lo crematístico, porque al lobo ya le asoman las orejas. Lo que no acabo de cazar es que pintan en este cuento los 850 millones que también comen pescado sacado del mar con menos medios. Esta gente, ni conocen el pescado caro, ni alcanzan para el neolítico pesqueril, ni los va a salvar nadie si la pirámide trófica se va al cuerno con tanta tecnología aplicada.
Y no me refiero a los barcos pisci-factoría, sino a la capa de ozono, los rayos ultravioleta, el fitoplacton y el derrumbe de la cadena trófica marina. Asunto que de momento solo interesa a pringados y que en un futuro cercano será motivo de cuantiosos gastos en sesudos estudios financiados con los réditos de los negocios que agrandan el agujero de la capa de ozono.
Y es que de puro listos, ya no nos aguanta el planeta.
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De: LO PEZ |
Fecha: 2003-05-25 01:18 |
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Es lógico que pase esto y mas, y lo que pasará!. Dado que todos los biólogos son tontos y no digamos lo tonta que es alguna bióloga es lógico que nadie nos pensáramos que acertarían en eso de la autodestrucción. Y es que como ya ha dicho otro no hace falta ser biólogo para saberlo!
Y yo lo confirmo como biólogo.
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9
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De: ola |
Fecha: 2007-05-15 20:49 |
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ola wuenos los peces
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10
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De: norma |
Fecha: 2007-08-17 00:50 |
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esta bien chida su pagina
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11
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De: norma |
Fecha: 2007-08-17 00:50 |
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esta bien chida su pagina
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