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Historias > ¿Qué Sueñan Los Monstruos?
2003-05-30
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Un tratado incompleto sobre la psicosis.
Psicosis, o sea "condición de la mente", normalmente mala condición, es decir, enfermedad. ¿Cuál es el estado normal de la mente, nos podríamos preguntar? Tenemos siempre la sensación, al hablar o pensar de "la mente" que se trata de algo ajeno a nosotros. Siglos y siglos en los que nos han vendido la separación entre cuerpo y alma, o sea, entre cuerpo y mente, que lo hemos somatizado, y nos representamos una especie de homúnculo viviendo entre los billones de conexiones neuronales, que se llama como nosotros, que dirige, a modo de comandante Kirk, el resto de la nave. La psicosis, tendemos a pensar, es la locura de ese navegante. No la nuestra.
Lo cierto es que psicosis es un término extraño, porque describe un síntoma, no una enfermedad. Porque son muchas las enfermedades que llevan a experimentar episodios psicóticos... o a residir de lleno en la psicosis. En cualquier caso, el problema terminológico no es nada en comparación con el descriptivo. ¿A qué nos referimos realmente? Por ejemplo, se suelen apuntar a varias características en los tratados de psiquiatría. Vamos a irlas analizando porque nos pueden conducir a mundos interesantes...
1. Una falta de percepción sobre el estado mental propio. Se suele considerar esto como un factor que puede avisar de la psicosis. A veces se convierte en una sensación de que alguien o algo controla nuestra mente, o ha colocado esos pensamientos dentro de nosotros, que no podemos hacer nada para evitarlo.
2. Tener un conocimiento, percepción o interpretación que normalmente no es compartida por el resto de personas de nuestro mismo entorno sociocultural. Es decir, podemos tener alucinaciones, percepciones vívidas de que algo sucede (o nos sucede) que el resto de personas no tiene. Podemos también interpretar lo que percibimos de una manera diferente. A veces establecemos nexos de unión, o causalidad, entre sucesos, de una manera que no es "lo normal". Más aún, podemos tener la sensación de que los locos son ellos, que no se dan cuenta de lo patente, lo obvio.
Las dos características principales muestran cómo puede ser muy sencillo, cómo ha sido muy sencillo a lo largo de nuestra historia, interpretar como psicóticos cualquier comportamiento asocial, o antisocial; en una sociedad psiquiatrizada la disidencia política podría ser convertida en enfermedad, por ejemplo. De la misma manera que en una sociedad levítica, la disidencia se convierte en pecado. Que viene a ser lo mismo, conste. Un análisis de este problema a lo largo, sobre todo, de los años 50 y 60 condujo a movimientos antipsiquiátricos, a una interpretación de la locura en términos sociales y culturales. Los locos no eran sino un residuo estadístico dentro de una sociedad normal. Su psicopatía no era más que sociopatía, muy normalmente provocada por circunstancias socioeconómicas. El lamentable hecho de que los manicomios fueran vertederos humanos, que la atención médica y asistencial fuera acorde con esos lugares no hacía sino mostrar a las claras la necesidad de una revolución. Uno no podría decir, visto lo que fue pasando después, el desmantelamiento de una red asistencial que debería haber sido mejorada, el soltar a las familias a sus locos sin más... etc, si la revolución fue en la dirección adecuada. Más bien no, como suele pasar cuando las cosas se hacen por los dictados de la moda.
Paralelamente, de todas formas, y poco a poco, el estudio de la mente en sus niveles bioquímicos, iba mostrando otra realidad. De la misma manera que los conceptos de la mente se iban plasmando en estructuras físicas, en transportes de sustancias, los neurotransmisores, entre las sinapsis entre neuronas, la enfermedad mental empezaba a hacerse patente como mal fisiológico... unas veces como un imbalance en los niveles químicos, otras veces como funcionamientos anómalos de las estructuras que debían. Poco a poco, la enfermedad mental ha ido adquiriendo ese carácter de enfermedad fisiológica. Una vez más, la ciencia ha ido juntando lo que el mito había separado: cuerpo y alma, mente y cuerpo.
Repertorio de la Psicosis
El término que se nos antojaba impreciso, confuso, o maleable por la opinión pública, va tomando así una existencia real. Se convierte en un repertorio de enfermedades, de síndromes, que conviene recorrer.
Esquizofrenia: Tengo alucinaciones, a veces serpientes me recorren el cuerpo mientras descanso en el sofá. Otras, me suben hormigas y me rodean la cara. También puedo oír voces, dentro de mí. Son a veces voces amigas, otras me mandan hacer cosas. Lo malo es cuando discuten entre ellas sin hacerme caso. Y no puedo sacarlas de ahí dentro, ni hacer que se callen. Lo cierto es que a veces soy Dios, o Dios se apodera de mi cuerpo. Otras son extraterrestres, fuerzas muy poderosas que toman control de mi cuerpo... Un 1% de la población siente alguno de estos síntomas. Son esquizofrénicos, y aún no se sabe qué lleva a sufrir esta enfermedad. Aparece a menudo en la adolescencia o hacia los veinte años. Tiene un marcado componente hereditario. Y no se cura, aunque puede ser tratada y el esquizofrénico llevar una vida normal, a veces con episodios de demencia solamente, gracias a medicación y también podría ser que con terapia congnitivo-conductual.
Desorden esquizoafectivo: Sumemos una esquizofrenia a cambios súbitos del estado de ánimo: manías o depresiones. Lancemos unos días los síntomas de unas, otros días los de otras, a veces todo a la vez. Tenemos así un complejo cuadro que a veces se trata con medicamentos antidepresivos, otras ha llevado al paciente a tratamientos electroconvulsivos (o sea, los llamados electroshocks). Como en la esquizofrenia, ni el origen ni la cura se conocen. Pero la enfermedad se logra paliar, al menos en sus efectos más intensos.
Trastorno bipolar (maniaco-depresivo): Por lo menos he sufrido dos episodios en los que mi estado de ánimo, mi capacidad de hacer cosas, se han visto seriamente alteradas. A veces me siento capaz de comerme el mundo, le llaman manía o hipomanía. Otras el mundo se me ha comido del todo, la depresión. Los episodios maníacos suelen durar menos que los depresivos (típicamente, los primeros entre medio mes y dos meses; los otros medio año normalmente).
[seguir leyendo
aquí, que no hay manera de meter un post grande...]
[Nota] Rescato este artículo, publicado en la Revista Arte y Comunicación (ARTyCo) del mes de Diciembre de 2000. Hoy lo encontré en El Escéptico Digital y me pasó una cosa muy curiosa: me puse a leerlo sin fijarme en el autor y aunque me parecía algo remotamente conocido, no me dí cuenta de que era mío hasta casi el final, por alguna tontería que hasta yo me reconocí. Qué cosas...
2003-05-30 09:53 Enlace
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Comentarios
1
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De: Vendell |
Fecha: 2003-05-30 23:01 |
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A lo peor padece Vd personalidad múltiple con alguna de ellas amnésica.
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2
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De: Owenwang |
Fecha: 2003-05-31 07:52 |
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Estoy con Vendell... O, como poco, Alzheimer juvenil... :-D
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3
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De: KGF |
Fecha: 2019-06-24 10:02 |
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