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Historias > El Valor De Una Imagen (O Un Sonido)
2003-06-04
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Territorios, miércoles 4 de junio de 2003, EL CORREO
Vivimos en un mundo de sensaciones que percibimos e interpretamos. Nuestros sentidos son fundamentales para cualquier función, y el desarrollo evolutivo nos ha proporcionado las herramientas adecuadas para hacerlo, complejas maquinarias que reciben los estímulos exteriores y convirtiéndolas en señales electroquímicas en nuestras neuronas son capaces de procesarlas en la corteza cerebral. Nuestro cerebro es un órgano fundamental, que consume una quinta parte de la energía que producimos, porque nuestra especie depende especialmente de su trabajo para sobrevivir.
En los años sesenta, en experimentos con gatos y monos, se comprobó que los mamíferos presentaban una característica fundamental: en el desarrollo temprano tras el nacimiento se produce un importante desarrollo en el cerebro. Aumenta su masa, se especializan las células, y se establecen numerosas conexiones sinápticas entre las neuronas. Estos cambios fisiológicos permiten el desarrollo de más capacidades perceptivas, específicamente la audición y la visión. Se comenzó a ver además que la propia actividad generaba estos cambios, algo que se pudo visualizar en seres humanos a partir de la aparición de métodos de observación de la actividad cerebral como la resonancia magnética. Más aún, se comprobó que los diferentes sistemas perceptivos se desarrollan a ritmos diferentes, porque comportan la activación de zonas corticales distintas, y porque la visión, por ejemplo, implica zonas más amplias y por lo tanto mayor necesidad de procesamiento de la información que la audición, por ejemplo. El propio desarrollo de cada uno de estos sistemas se producía con mayor o menor velocidad dependiendo de la actividad: es precisamente la estimulación producida por el uso (que exige cada vez una complejidad mayor: en el caso auditivo, por ejemplo, ir comprendiendo el lenguaje humano y aprendiendo a utilizarlo) la que establece esa circuitería cerebral cada vez más intrincada, algo que se ha podido comprobar comparando el desarrollo de niños con diferentes grados de problemas auditivos mediante la resonancia magnética.
En cierto modo, la ciencia va consiguiendo demostrar algo que intuitivamente siempre hemos comprobado en los niños: tras el nacimiento sus capacidades son escasas, y poco a poco se va produciendo un desarrollo que además tiene que ver con un entorno rico que permita una mayor actividad. También resulta obvio observando los primeros años de vida cómo en una primera etapa el sistema auditivo es más importante incluso que el visual: un ruido, una voz despiertan una respuesta más rápida que un estímulo visual.
La audición comienza a desarrollarse en último trimestre del embarazo, con lo que en un recién nacido está más desarrollada que la visión, que sólo comienza a desarrollarse a partir del nacimiento. ¿Hasta qué edad se produce este fenómeno? Neurológicamente, la ventaja en el punto de partida explica diferencias hasta unos 10 meses después del nacimiento. Pero lo que nos parece intuitivo en los primeros meses de vida no lo es tanto posteriormente: la conducta cada vez más compleja, la interacción creciente con el entorno y el uso más diestro del lenguaje, dificultan el juicio.
Sin embargo, los psicólogos han podido comprobar cómo estas diferencias se mantienen a lo largo de todo el desarrollo vital. Por ejemplo, los adultos tendemos a preferir la información visual a la auditiva. En cierto modo, esto es lo que expresa el dicho de que "una imagen vale más que mil palabras". Los niños, por el contrario, prefieren el sonido a la imagen. Vladimir Sloutsky y su equipo de investigadores del Centro de Ciencia Cognitiva de la Universidad del Estado de Ohio (EEUU) acaban de publicar el resultado de una serie de experimentos llevado a cabo con niños de hasta cinco años donde muestran cómo esta superioridad auditiva se mantiene incluso a los cuatro años de edad.
Las experiencias, con niños y adultos como grupos de trabajo, se realizaban presentando estímulos diferentes (una imagen y un sonido) de forma simultánea en un ordenador, y los sujetos debían recordar el emparejamiento de ambos, y señalarlo si aparecía de nuevo. Los adultos identificaban las imágenes "correctas" a la hora de ver nuevos emparejamientos, mientras que los niños se basaban más en los sonidos "correctos". En niños de cuatro años se comprobó que la capacidad perceptiva visual era perfectamente capaz pero que realmente ellos preferían la auditiva.
Esto parece incorporar una nueva variable en el estudio del desarrollo de los sistemas de percepción e interpretación, porque la cuestión no es ya solamente de desarrollo fisiológico, sino del tipo de actividad que realizan: a pesar de que por así decirlo geográficamente en la corteza cerebral el área visual es mayor que la auditiva, y así requiere un mayor tiempo de formación y desarrollo, el procesamiento de las señales funciona de manera diferente.
En aparente contradicción, las escenas visuales se procesan rápidamente en el cerebro, siendo además estímulos que tienen una permanencia temporal mayor porque son normalmente estacionarios. Frente a ello, los sonidos se interpretan de forma secuencial, son estímulos que duran menos y cuyo procesamiento implica encadenar unos con otros en serie. Sin embargo, según Sloutsky aquí puede precisamente radicar la razón de esa predominancia de lo auditivo frente a lo visual hasta una edad de cinco años: la comprensión de lo oído exige mayor atención, se trata de una demanda más importante que necesita ser primada.
Estimulación Temprana
La importancia crucial de la actividad neuronal en el propio desarrollo de las capacidades cognitivas ha llevado con el tiempo a prestarle un mayor interés por parte de los pediatras y los educadores, y obviamente de los propios padres. Técnicas que se presentan bajo el nombre de "estimulación temprana" pretenden precisamente ayudar a este desarrollo fisiológico presentando al recién nacido estímulos atractivos con los que trabajar el desarrollo visual, el auditivo, la comprensión del lenguaje... pero también el propio desarrollo motor. Numerosos estudios muestran que este tipo de técnicas proporciona un desarrollo más efectivo, aparte de establecer lazos sociales tempranos que pueden resultar importantes en el desarrollo posterior. En mediciones del cociente intelectual, también parece mostrarse una mejora sensible con este tipo de estimulación.
Pero a veces las afirmaciones son exageradas, como se ha criticado del llamado "efecto Mozart", propuesto por Alfred A. Tomatis: según él y numerosos seguidores, haciendo escuchar música de Mozart a niños menores de tres años se conseguirían sensibles mejoras en la capacidad de razonamiento espacial. Los experimentos de 1993 de Gordon Shaw y Frances Rauscher parecían probar algo así, aunque posteriormente nadie ha sido capaz de reproducir este tipo de resultados (aunque algunos afirman que funciona no sólo en personas, sino incluso en ratas). Sin duda, un ambiente motivador, que permita al niño experimentar y descubrir un mundo lleno de sensaciones favorece el desarrollo. Pero tampoco podemos pretender convertir a los niños en supergenios desde el primer día...
2003-06-04 18:41 Enlace
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Comentarios
1
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De: Algernon |
Fecha: 2003-06-04 18:50 |
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Tema interesantísimo. Sobre la estimulación temprana, hay incluso quien habló de estimulación prenatal (haciendo escuchar música al feto) - pero desconozco si existen resultados serios.
El efecto Mozart creo que no vale para nada. No es un planteamiento serio: es tomar una pieza ya hecha y decir: "Funciona". Es como la alquimia comparada con la química. Lo que debería hacerse con la música es una investigación paramétrica, no estudios ingenuos sobre la superioridad de Mozart...
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2
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De: Ctugha |
Fecha: 2003-06-05 03:59 |
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Ostias qué publicidad más buena, Algernon, ha habido hasta dos visitas por aquí ;D
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3
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De: Algernon |
Fecha: 2003-06-05 04:14 |
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Ctugha, una es mía, comprobando que el enlace funciona :))
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4
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De: Moebius |
Fecha: 2003-06-06 18:17 |
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A mi hijo pequeño, le estamos poniendo unos vídeos especiales para bebés con música clásica (Mozart sobre todo), imágenes y un "narrador" que le da nombre a alguno de los objetos en varios idiomas. El bebé se queda casi hipnotizado viéndolos, le encantan. Se da un efecto curioso, si lo llamamos, sólo nos hace caso cuando en el vídeo están hablando en castellano. Mientras hablan en Inglés o francés no separa la vista de la pantalla por nada del mundo. (También con mi hijo mayor, probamos los métodos de Doman, con resultado desigual(bien los bits, menos bien la lectura), pero no quiero aburriros)
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